Emprenden rescate de pinturas rupestres en Chihuahua

Por Redacción | Fuente: Cortesía | 2012-01-24

Pinturas rupestres de las épocas prehispánica y colonial que se ubican en la Cueva de las Monas al norte de la ciudad de Chihuahua, serán sometidas a un proceso de restauración

CON IMAGEN E INFORMACIÓN CORTESÍA DEL INAH

CHIHUAHUA, México, ene 24, 2012.- Un conjunto de pinturas rupestres que datan de los primeros 500 años de nuestra era y de la época colonial y posteriores, plasmado en el interior de una cueva en Chihuahua, será sometido a un proceso de restauración a partir de este año por expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), y estará encaminado a contrarrestar los deterioros provocados por el desgaste de la roca.

Se trata de imágenes que aluden al uso del peyote en la época prehispánica, representaciones del contacto de los indígenas con los españoles, y la presencia de apaches en el siglo XIX. Fueron creadas en las paredes del sitio arqueológico Cueva de las Monas, ubicado a 59 kilómetros al norte de la ciudad de Chihuahua.

Atribuidas a antiguos grupos de cazadores- recolectores, tarahumaras y apaches, las manifestaciones gráfico rupestres se hallan en 12 conjuntos de pinturas sobrepuestas de gran calidad en el trazo y riqueza iconográfica, que remiten a un origen prehispánico y muestran también la influencia que ejerció la labor misional de los españoles durante la colonización, por lo que representan un patrimonio cultural de gran valor.

A través de un proyecto integral de estudio y conservación, especialistas del INAH se darán a la tarea de atender los deterioros provocados por la exfoliación de la roca, que a su vez ha provocado un proceso lento de desprendimiento de la pintura, así como por la presencia de hongos y excremento de golondrinas que continuamente entran a la oquedad para hacer sus nidos.

De acuerdo con el arqueólogo Enrique Chacón Soria, responsable del sitio arqueológico, en los meses próximos el INAH dará paso a la conservación de las pinturas y al mejoramiento de la infraestructura para la visita pública, luego de que a finales de 2011 se realizó un diagnóstico sobre el estado de conservación de la gráfica rupestre y actualmente se analiza el método más adecuado para conservar, consolidar y, en su caso, restaurar las antiguas obras plasmadas en un panel de la cueva de aproximadamente 17 metros.

A través de un proyecto integral, dijo, se establecerán estrategias para su investigación y atención, así como acciones para la estabilización de la pintura, protección, investigación y preservación que permitan a futuro abrirlo oficialmente al público.

Chacón Soria señaló que lo anterior comprenderá entre otros aspectos, el registro de los diseños pictóricos para determinar con exactitud sus etapas y técnicas de elaboración, así como la sobreposición de pinturas de diferentes momentos históricos, ya que hay "figuras sobre figuras" de distintas temporalidades, en lo que parece haber sido una reutilización simbólica del espacio. También se realizará la identificación de pigmentos y un estudio detallado de las alteraciones y deterioros que ha sufrido el panel hasta este momento.

Estas pinturas rupestres tienen un alto valor histórico, "porque en los motivos plasmados están representados eventos y situaciones de dos culturas: la indígena y la occidental, y se ve claramente esa mezcla; además de que el sitio está dentro de la ruta del Camino Real de Tierra Adentro".

Enrique Chacón explicó que desde hace dos años se emprendió la reinterpretación de la iconografía de las imágenes, y a partir de los estudios realizados hasta el momento se han identificado al menos tres etapas pictóricas. La primera, el especialista la ubica hacia el periodo Arcaico Tardío-Transicional  (primeros 500 años de nuestra era), lapso en el que el espacio debió ser utilizado como campamento de grupos indígenas de la tradición cazadores-recolectores-pescadores.

El segundo periodo pictórico, el arqueólogo lo propone para los siglos XVII y XVIII, a partir del conjunto de elementos iconográficos que se atribuyen a grupos tarahumaras. "Los indígenas debieron realizar viajes al desierto en busca de la planta sagrada del peyote, entonces la cueva pasó de ser campamento a espacio sagrado, por eso no se ven escenas de guerra en los motivos gráficos".

En cambio, detalló, la escena principal de todo el mural, que corresponde a esta segunda etapa, es la ceremonia de la raspa del peyote, que se realizaba con fines curativos. La escena ocupa una posición central en la cueva, los elementos que tiene son: un individuo que simula que está corriendo y lleva un pequeño bastón, personaje que está protegido por un círculo solar.

También hay otro personaje hincado, que alude a un médico sacerdote que dirige la ceremonia y en el brazo izquierdo lleva un raspador. A la izquierda del primer personaje hay un hombre y a la derecha una mujer; el fondo blanco representa la luz de la fogata sagrada que se realizaba para la ceremonia del peyote.

Enrique Chacón advirtió que por estudios etnográficos se ha podido relacionar a la cultura tarahumara con esta segunda etapa de la pintura, toda vez que aunque no vivían en esta zona, las fuentes históricas narran que viajaban de la sierra al desierto para recolectar peyote, "es una actividad que hoy día continúan realizando; cada año, en invierno viajan a recolectar esta cactácea".

El especialista del INAH explicó que los antiguos tarahumaras consideraban al peyote un Dios, y cuando "moría" lo llevaban a enterrar a una cueva; así está escrito en las fuentes documentales: el peyote es recolectado y lo mantienen cuatro o cinco años, tiempo durante el cual lo utilizan y luego lo llevan a una cueva.

Chacón refirió que posteriormente a estas pinturas que hablan de la cosmovisión tarahumara, llegaron conceptos del mundo occidental: soldados, religiosos, civiles, y de algún modo cautivaron a los indígenas, "a tal grado que encontramos en el interior de la cueva distintas representaciones de esa época de contacto con los españoles".

Entre las representaciones sobresalientes que se tienen de dicha etapa y que están ligadas al Camino Real de Tierra Adentro, destaca la de un religioso de grandes dimensiones, que tiene detalles que corresponden a la orden franciscana -la primera que llegó a esa región-: huaraches, rosario y una cruz pintada en blanco. Debajo de los diseños de lo español hay otros de tipo indígena, lo que indica una suplantación de la antigua organización por el nuevo orden.

La tercera etapa pictórica que se observa en la Cueva de las Monas, el arqueólogo la ubica hacia el siglo XIX, y correspondería a algunas representaciones de apaches, entre las que se distinguen diseños de hombres de perfil, que portan penacho y garras de oso, entre otros elementos; este tipo de imágenes están plasmadas a la entrada de la oquedad.

Finalmente Enrique Chacón recordó que en 2011 se hicieron trabajos de mantenimiento en el sitio a través del Programa de Empleo Temporal (PET), con una aportación de 150 mil pesos. Mediante la participación de 20 trabajadores se limpió el barandal de protección, se habilitaron el camino de acceso y los senderos de visita, limpiándolos de la vegetación y se delimitó el área de estacionamiento.

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