Salvamento arqueológico, al rescate de la historia

Por Redacción | Fuente: Noticieros Televisa | 2012-01-20

Las obras de infraestructura que se realizan en la República requieren la supervisión de especialistas del INAH para evitar daños a los vestigios que yacen en el subsuelo

CON INFORMACIÓN E IMAGEN CORTESÍA DEL INAH

CIUDAD DE MÉXICO, México, ene 19, 2012.- Debajo de modernas edificaciones y obras de infraestructura subyace una cantidad inagotable de vestigios paleontológicos, prehispánicos y coloniales que constituyen una rica fuente de información histórica; su registro, conservación, protección y estudio demandan la incesante labor del salvamento arqueológico, que a lo largo de más de cuatro décadas ha trabajado a lo largo y ancho del país en la salvaguardia de este patrimonio cultural.

Excavaciones meticulosas hechas con gran rigor científico y respeto a los monumentos históricos, que se realizan "a pico y pala" y sin el uso de maquinaria, son las que desarrollan los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), previamente a la realización de proyectos de infraestructura, tales como presas, carreteras, líneas de transmisión, termoeléctricas, oleoductos, gasoductos y rutas de metro, entre otros.

El crecimiento de las ciudades y la dotación de servicios a partir de la segunda mitad del  siglo XX, implicaron también un trabajo arduo y permanente por parte del INAH, que desarrolla a través de la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA), cuya labor está enfocada a evitar afectaciones al patrimonio cultural enterrado y recuperar la vasta información histórica que guarda cada vestigio.

Esta tarea se realiza de manera cercana con la Comisión Federal de Electricidad, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Petróleos Mexicanos, la Comisión Nacional del Agua, grandes dependencias que desarrollan infraestructura de beneficio social en todo el país; una de las formas como el Instituto ha podido evitar el impacto de esas grandes obra constructivas sobre el patrimonio cultural es a través de esta labor de salvamento.

En este sentido, la normatividad y la experiencia acumulada en la materia a lo largo de más de 40 años, con la creación de la DSA en la década de los 70, ha conformado una serie de estrategias, tanto técnicas como legales, para evitar la destrucción de los bienes arqueológicos.

De acuerdo con los especialistas, la mayoría de las veces se sabe donde existen vestigios arqueológicos en el subsuelo, gracias a las fuentes históricas. Sin embargo, no se tiene la certeza de la cantidad y la calidad de dichos materiales.

Un ejemplo de la especialización alcanzada en el salvamento del patrimonio cultural sepultado, es la labor efectuada en la construcción de la sede del Centro Cultural de España, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Se trata de un moderno edificio de seis pisos debajo del cual se encontraron los restos del Calmécac (1486-1502 d.C.), que era el colegio donde estudiaban los hijos de los gobernantes mexicas y recibían las instrucciones para dedicarse al sacerdocio y dirigir los destinos de Tenochtitlan.

Los arqueólogos sabían que muy cerca del Templo Mayor de Tenochtitlan estaba el Calmécac, que abarca una superficie de 714 metros cuadrados, y cuya excavación se realizó de 2006 a 2008, como parte del Programa de Arqueología Urbana. Esta labor constituye un ejemplo de recuperación de un patrimonio, con respeto tanto al edificio contemporáneo como al monumento prehispánico.

Otro caso de la exitosa tarea de salvamento arqueológico, son los trabajos de salvamento hechos con motivo de la construcción de la Línea 4 del Metrobús y la Línea 12 del Metro en el Distrito Federal,  cuyo sistema de construcción va por debajo de los vestigios arqueológicos.

En el caso de la Ciudad de México, se sabe por exploraciones previas y fuentes documentales, cuáles son las áreas de potencial arqueológico. En la calle República de Venezuela, por ejemplo, se encontraron restos de muros del Ex Colegio de San Pedro y San Pablo, los cuales fueron registrados y nuevamente cubiertos para protegerlos.

Asimismo, otros elementos relevantes fueron hallados en la calle de Ayuntamiento, frente a la iglesia de San José, donde había entierros humanos de los siglos XVIII y XIX. Se recuperó un osario con varios fragmentos de huesos que están en proceso de limpieza. Este material constituye una muestra representativa de la gente que se sepultó en ese claustro, y su estudio dará información sobre dieta, enfermedades, edad y sexo de la antigua población.

La Merced es otra zona con gran cantidad de materiales, donde se halló un basurero colonial compuesto por pedazos de vasijas y restos de metal, ya que se trataba de un área de desecho. Todos estos fragmentos son muy importantes porque lo que más información le da al arqueólogo es la basura, en tanto que revela qué comía la gente, qué usaba o cómo vivía.

Además, las obras de infraestructura y proyectos constructivos han facilitado el acceso a áreas con potencial arqueológico que no habían sido intervenidas por el INAH, lo que permite incrementar el registro de sitios arqueológicos y enriquecer la información histórica que los vestigios ofrecen.

PROYECTOS DE SALVAMENTO ARQUEOLÓGICO

Cuando se presenta un proyecto de infraestructura, los especialistas revisan previamente el área donde se va a desarrollar y la información histórica que se tiene de dicha zona, en tanto que la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos presenta un informe de los sitios registrados en el lugar en cuestión y con base en eso se planea el proyecto de salvamento arqueológico.

En el plan de trabajo -que se presenta al Consejo de Arqueología- se determinan tiempos, lugares, se establecen los recursos que deberá aportar la dependencia pública o privada que va a desarrollar el proyecto, pues así lo establece la ley, y se desarrolla la exploración.

Cabe mencionar que un trabajo de salvamento arqueológico es similar a una investigación tradicional, a excepción de que está sujeto a un tiempo y a un espacio donde se desarrollará una obra de infraestructura.

También previamente se hace una evaluación para determinar la viabilidad de los proyectos de infraestructura y, si es necesario, hacer las modificaciones pertinentes para evitar afectaciones al patrimonio cultural. Por ejemplo, si una carretera va a pasar por en medio de un sitio arqueológico, se replantea el eje de trazo junto con los ingenieros para la conservación de dicho lugar.

Un caso así ocurrió con la Línea 12 del Metro en la Ciudad de México, que corre desde el poniente (Mixcoac) hasta el oriente, donde está el sitio arqueológico de Mexicaltzingo y los asentamientos de Culhuacán. En Mexicaltzingo había la propuesta de construir la estación del Metro frente a una iglesia, debajo de la cual se hallan los restos de una edificación piramidal, y en el entorno de ésta los cimientos de pequeñas casas mexicas del periodo Posclásico (1200 a 1521 d.C.), así como ofrendas y entierros. Su construcción hubiera afectado estos vestigios, por lo que se logró mover su ubicación.

En la Línea 12 del Metro todavía se siguen haciendo algunas excavaciones. La etapa de campo es muy extensa y paralela a ella se implementa la de gabinete, que consiste en el análisis y registro del material recuperado. El 80% son fragmentos, de los que se toman muestras; sin embargo, en ocasiones también se hallan piezas completas, como vasijas, lítica, objetos de hueso o concha.

La DSA tiene una plantilla de 44 arqueólogos con quienes colaboran buen número de investigadores de contrato, a los que se suman especialistas de las delegaciones estatales del INAH; las investigaciones son dirigidas por dos subdirecciones, una dedicada a los macroproyectos de todo el país, y otra enfocada a los trabajos en la Ciudad de México y el área conurbada.

A diferencia de los estados, donde es posible detectar la extensión de los sitios arqueológicos, en la Ciudad de México no es posible esto porque se halla sobre los vestigios de una urbe prehispánica que fue cubierta por los cimientos de una ciudad colonial y, posteriormente, por las edificaciones creadas en los siglos XIX y XX.

Ahora, en el siglo XXI la ciudad sigue creciendo, particularmente hacia arriba y con una serie de vestigios debajo. Por esa razón, no es posible determinar la extensión de los sitios arqueológicos, sino que los arqueólogos hacen aproximaciones a partir de las obras de infraestructura que se hacen y que conllevan diversas exploraciones previas.

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