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La tierra.
El gigante azul dista de ser sólo aire mar y roca, en su interior convergen fuerzas colosales.
Su núcleo interno, compuesto en su mayoría por hierro sólido, aún conserva una temperatura superior a siete mil grados centígrados; remanente de la formación del planeta hace 4 mil 500 millones de años.
La siguiente capa es el núcleo externo, de metal líquido con temperaturas de hasta cinco mil grados centígrados, y el manto, formado por minerales a temperaturas cercanas a los tres mil grados.
La superficie que conocemos como litósfera o corteza terrestre prácticamente flota sobre ese material rocoso semifundido y en constante movimiento interno, conocido como magma.
"Es un proceso que tiene que ver con el calor al interior de la tierra y mientras ese calor al interior del núcleo continúe existiendo van a continuar desplazándose la parte más externa del planeta que es conocida como la corteza, y esta corteza forma una especie de rompecabezas cuyas piezas llamamos placas tectónicas", explica Carlos Valdez González, jefe del Servicio Sismológico Nacional (SSN).
Son 15 las placas tectónicas que sostienen océanos y continentes. Las principales son la Norteamericana; la Sudamericana; la Euroasiática; la Australiana; la Africana; la Antártica y la del Pacífico.
Las secundarias son la de Nazca, la de Cocos, la Juan de Fuca, la Filipina, la Arábiga, la Índica, la del Caribe y la escocesa. Todas se desplazan por efecto del calor y el movimiento del manto, según las teorías más aceptadas.
La línea donde el movimiento de las placas las hace separarse se conoce como falla divergente, como en la dorsal del océano atlántico.
En donde chocan se denomina como falla convergente. Tal es el caso de la placa de Cocos que prácticamente subyace por debajo de la placa norteamericana. Ésta es la causa más frecuente de los sismos que afectan a México.
"Entonces las placas tectónicas están empujándose unas con respecto a otras cuando finalmente se vence el límite de resistencia de la roca y una de estas placas se desliza con respecto a la otra y se genera un sismo", explica el especialista del SSN.
El tercer tipo es la falla transformante, en la que las placas se mueven en sentido horizontal en sentido similar o contrario, una junto a la otra, como en la falla de San Andrés.
La energía liberada o sismos derivados del movimiento de las placas tectónicas se mide en escala Richter, en la que cada grado significa un movimiento de magnitud exponencialmente mayor respecto al grado anterior.
"Cada vez que pasamos un grado de magnitud equivale a la energía de 30 sismos. Simplemente siguen siendo indicadores de que el planeta es un planeta vivo", afirma Carlos Valdez González.
De esta forma un sismo de 4 grados Richter libera energía equivalente a una bomba atómica; uno de 5 grados la equivalente a 33, uno de seis es similar a 211 y uno de siete a 33 mil bombas atómicas.
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