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ROMA, Italia, julio 26, 2012.- Roma es una de las ciudades más amadas y visitadas por los turistas de todo el mundo, que la consideran la ciudad más bella de Italia y de las más bellas del planeta.
Los millones de turistas que llegan a la Ciudad Eterna, sin embargo, son visitantes exigentes. Aceptan, por ejemplo, las colas, generalmente largas, para entrar a los museos o a los monumentos, pero no toleran la insistencia de los vendedores ambulantes, el tráfico, la suciedad y la ineficiencia del transporte público.
Los turistas extranjeros, que gastan cada año, tan sólo en la Provincia de Roma, más de 5 mil millones de euros, lo que representa el 3.8% del Producto Interno Bruto, aprecian enormemente no sólo la belleza de la ciudad, sino también su riqueza cultural. Estiman, de hecho, que es la mejor capital europea, en lo que se refiere a patrimonio histórico y artístico.
Entre las principales atracciones para los turistas, aunque se pague para entrar, están el Coliseo y los Museos Vaticanos, con el 95.8% y el 67.3% de asistencia. De los monumentos "gratuitos", el favorito es la Fuente de Trevi.
El 48.8% de los turistas entrevistados para una investigación de la Federación de Hoteleros Italianos, está satisfecho de su estancia en la ciudad que, por lo general, dura de 4 a 5 días.
Los más satisfechos son los rusos y los noruegos. Los más exigentes son los asiáticos, ya que el 7% comentó estar decepcionado.
Lo que más les gusta a los turistas, además del arte, es la comida, la acogida y el clima, pero es raro escuchar algún comentario positivo sobre los vendedores ambulantes, que intentan vender, por lo general, imitaciones de bolsos firmados, el tráfico, considerado caótico, y la escasa limpieza de la ciudad.
El 23.4% de los turistas se queja también de las informaciones turísticas. Sobre todo los norteamericanos y los asiáticos quienes consideran que hay que aumentar el número de puntos de información.
El 11.5% también se quejó del sistema de autobuses y el metro. Otra queja es la relativa a las colas interminables frente a los baños públicos.
A pesar de estas notas negativas, Roma sigue siendo Roma y los turistas que la visitan, en su gran mayoría, aseguran que volverán a la Ciudad Eterna.
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