CIUDAD DE MÉXICO, México, nov. 29, 2012.- El polvo se asienta en la enésima batalla entre Israel y Palestina ¿Por qué otros problemas mundiales tan complejos y tan graves como la supremacía de los blancos sobre los negros en Sudáfrica, logró, eventualmente resolverse, y el conflicto entre Israel y Palestina, no?
En Medio Oriente cada tanto como lo acabamos de constatar resuenan los tambores de guerra. Por el cielo cruza el deseo de exterminar al otro. Los refugios se reabren, las actividades cotidianas se interrumpen, los corresponsales de guerra se trasladan al campo de acción y se repite la zozobra de no saber por cuánto tiempo se prolongará la faceta activa del conflicto.
Cuando la diplomacia funciona y se logra el cese al fuego, se procede a hablar de ganadores y perdedores, error en realidad, después de estos episodios de muerte y destrucción nadie puede cantar victoria. Solo se abre, una vez más, un compás de espera para el siguiente episodio.
Los niños palestinos, los niños israelíes tienen como canción de cuna el ulular de las sirenas y el verso del poeta León Felipe; "quien no lee diez siglos en la historia y encuentra los mismos tiranos y las mismas, las mismas guerras.
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