Abre ENAH carrera de Antropología en la Sierra Tarahumara

La Escuela Nacional de Antropología e Historia, Unidad Chihuahua, comenzó la formación de antropólogos en la población de Creel, con la apertura de un grupo

IMAGEN E INFORMACIÓN CORTESÍA DEL INAH

CIUDAD DE MÉXICO, México, ago 23, 2011.- Ante la amplia demanda de estudiantes que habitan en localidades de la Sierra Tarahumara, la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) Unidad Chihuahua comenzó a impartir esta semana la licenciatura en Antropología, en la población de Creel, municipio de Bocoyna, mediante la apertura de un grupo compuesto por jóvenes provenientes de comunidades de alta marginalidad.

"Es la primera vez que la escuela instaura una iniciativa de esta naturaleza, con lo cual incrementa su cobertura fuera de la capital del estado", señaló Rodolfo Coronado Ramírez, director de esta escuela del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), quien comentó que dicha modalidad de clases comenzó con 20 alumnos de la generación 2011-2015, que se suman a los 26 inscritos en el plantel de la capital de ese estado.

La apertura de este grupo enriquece la oferta educativa en ciencias sociales en dicha región rarámuri, en respuesta a la solicitud expresada por jóvenes que deseaban cursar esta carrera, pero la lejanía de sus comunidades y la escasez de recursos les impedían trasladarse hasta la sede de la ENAH en Chihuahua.

Coronado Ramírez comentó que la solicitud fue planteada por un grupo de profesores y alumnos de una preparatoria en Creel, que manifestaban su interés en estudiar Antropología. "Había una fuerte demanda social y por ello valoramos si técnicamente era posible abrir un grupo; se llevó a cabo un curso propedéutico, un proceso de selección y se concluyó que sí era factible la apertura del curso".

Añadió que la carencia de oferta educativa a nivel superior en la Sierra Tarahumara llevó a considerar con gran interés esta petición. "Esta novedad educativa está llegando a otros municipios y ha generado gran expectativa. Supongo que habrá más solicitudes, pero por el momento se puso en operación un grupo en la población de Creel, que se ubica a 350 kilómetros de la capital del estado", aseveró.

El director de la ENAH-Chihuahua abundó que se espera que esta iniciativa de formar antropólogos para el norte del país madure  y se convierta en un proyecto educativo de largo alcance y de gran impacto social.

"La dinámica urbana, comercial, cultural y poblacional que experimenta la Sierra Tarahumara, ameritará que en el futuro inmediato los jóvenes egresados del grupo académico de la población de Creel puedan ingresar a un mercado de trabajo que les permita estudiar, atender e incidir en esta realidad regional".

Las clases de la licenciatura en Antropología se imparten en un edificio prestado por la orden de los maristas, conocido como Ichimeame (que en rarámuri significa "El Sembrador"); ahí se tiene una aula, un centro de cómputo y una oficina que operará como coordinación.

Rodolfo Coronado detalló que la ENAH-Chihuahua, fundada hace casi 21 años (que cumplirá el próximo 31 de agosto), tiene una matrícula de 90 alumnos en la licenciatura de Antropología y 11 en la maestría de Antropología Social.

En estas dos décadas, destacó, han egresado alrededor de 150 alumnos de licenciatura. Si bien, la mayoría de ellos se ha enfocado en la Sierra Tarahumara como una de las principales áreas de estudio antropológico, las nuevas generaciones han mostrado interés en otras regiones y grupos culturales del norte de México, como guarijíos, tepehuanes y pimas.

Desde 2008, la ENAH-Chihuahua dispone de instalaciones propias, en las que se alberga una de las mejores bibliotecas especializadas en temas de antropología e historia del norte de México, con cerca de 28 mil títulos.

Esta escuela también se ha convertido en un espacio de consultoría, con gran recurrencia se nos solicita apoyo sobre iniciativas de ley, derechos humanos, procuración de justicia, migración, culturas populares, asuntos indígenas y preservación de patrimonio cultural. Todo lo anterior nos impulsa a renovarnos en nuestras propias concepciones y métodos en el quehacer como antropólogos, concluyó Rodolfo Coronado.