Honduras vive su peor tragedia penitenciaria

Por Agencia | Fuente: EFE | 2012-02-15

Reclusos denuncian que no recibieron ayuda de los responsables de cárcel hondureña; Lobo promete transparencia en investigación

TEGUCIGALPA, Honduras, feb. 15, 2012.- La sociedad hondureña se vio este miércoles estremecida por la muerte de unos 300 presos en un incendio registrado en un penal del centro del país, en medio de las denuncias de los reclusos acerca de que no recibieron ayuda de los responsables de la cárcel.

"Este es un día de profundo dolor para Honduras", aseguró el presidente Porfirio Lobo en un mensaje al país al empezar a conocerse el alcance de la tragedia registrada la noche del martes en la Granja Penal de Comayagua, a unos 80 kilómetros de Tegucigalpa, donde vivían hacinados 853 presos.

Lobo prometió emprender una investigación con "total transparencia" para determinar "qué fue lo que provocó esta lamentable e inaceptable tragedia" y como primera medida anunció la suspensión de todos los responsables de prisiones hasta la conclusión de la pesquisa con el objetivo de "deducir las responsabilidades".  

Algunos sobrevivientes han denunciado que los carceleros se negaron a abrir los calabozos al registrarse el incendio, que las autoridades creen que pudo haber sido provocado por un preso que prendió fuego a su colchón, aunque la causa está bajo investigación y también se ha mencionado la posibilidad de un cortocircuito.

El comisionado de los Derechos Humanos, Ramón Custodio, dijo que en el incendio pudieron haber muerto 356 reos, que fueron los que no respondieron cuando hoy se pasó lista, pero aseguró que el número total se conocerá cuando concluya el recuento de cadáveres, ya que pudo haber presos que aprovecharon la confusión para fugarse.

El secretario hondureño de Seguridad, Pompeyo Bonilla, aseguró que los muertos confirmados de momento son 272, que es el número de cadáveres calcinados o asfixiados que se han contabilizado, aunque admitió que la cifra "podría superar los 300".

Según la Secretaría de Seguridad, hubo 475 reclusos que salieron ilesos del incendio, mientras que hay una treintena de heridos hospitalizados en Comayagua y Tegucigalpa, para quienes el presidente Lobo prometió ayuda.

La confusión que siguió al incendio, que fue controlado de madrugada, produjo escenas desgarradoras en las afueras del penal, a donde acudieron allegados de los reos a informarse de la situación de sus familiares, en medio de denuncias de falta de auxilio.  

Asimismo, se registraron momentos de enorme tensión por la intención de muchos familiares de hacerse cargo de los cadáveres de sus allegados y evitar que fueran llevados por los forenses.

Los agentes de policía que custodiaban el lugar hicieron disparos y lanzaron bombas lacrimógenas para dispersar a los familiares, que por decenas protagonizaron con ellos un enfrentamiento a pedradas, en un intento por entrar en la prisión por la fuerza.

Pese a que penetraron en el recinto rompiendo cercas y el portón de la entrada principal de la prisión, los familiares no pudieron llegar a las celdas donde estaban los cadáveres, antes de ser llevados en contenedores a Tegucigalpa.

Algunos sobrevivientes y parientes de los reclusos denunciaron que las autoridades del centro penitenciario se demoraron en abrir las celdas, lo que hubiera podido evitar que muchos murieran quemados.

"Nadie abrió los portones, nos cansamos de gritar. Tuvimos que saltar nosotros cuando ya (el centro penal) agarró fuego en forma. Tuvimos que saltar por el (techo de) zinc para afuera", relató un preso sobreviviente en el lugar de la tragedia.

"A pura gracia de Dios nos pudimos salvar, queremos dar a conocer que lo que sucedió fue por puro descuido (...) Tenemos que hablar por las personas que ya están muertas", agregó el preso, que junto a otros compañeros pidió no ser identificado para evitar represalias.

Según el relato de los sobrevivientes, el fuego se propagó rápidamente por el penal sin que sepan qué lo causó.

"No sabemos cómo fue, (no) nos dimos cuenta hasta que vimos humo (...) El fuego fue tan tremendo que no podíamos salir de la bartolina (calabozo)", dijo otro preso que se identificó como Heber López y que, aunque confirmó que tuvieron que salir por el techo porque los carceleros no abrieron las celdas, contradijo las versiones de que les dispararon para evitar que escaparan.

Según relatos de algunos reos supervivientes, varios de los presos que murieron quemados quedaron aferrados a los barrotes, en su desesperado intento por escapar del fuego, mientras que otros estaban apilados en los baños y otros espacios de las celdas.

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