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PARÍS, Francia, ago. 26, 2011.- A ocho meses de las elecciones presidenciales, en el momento en que la economía gala se ve salpicada de malas noticias, Francia decide apretarse el cinturón y aplicar la cura de austeridad.
Las previsiones de crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto) para 2011 han bajado del 2% al 1.75%; y para 2012, del 2.5% al 2%.
Las cuentas están en rojo y hay que buscar el equilibrio lo antes posible. Para reducir el déficit y ahorrar mil millones de euros en lo que queda de este año, y otros once mil millones en 2012, el gobierno francés anuncio una serie de medidas de rigor.
El país quiere conservar la máxima calificación crediticia, triple A, para seguir atrayendo a los inversores. La medida más simbólica consiste en aumentar en un 3% los impuestos de los salarios superiores a 500 mil euros anuales. La idea es castigar a los más ricos.
Otra iniciativa tiene que ver con la fiscalización que hacen las empresas de las horas extras trabajadas y la supresión del llamado "escudo fiscal", que permitía a los contribuyentes no pagar impuestos por más del 50% de sus ingresos.
El anuncio que más afectará al ciudadano de a pie contempla un importante aumento de las tasas sobre el alcohol, el tabaco y las bebidas azucaradas, como refrescos, por ejemplo. "Hemos rebasado el umbral de tolerancia a la deuda", advirtió el primer ministro de Francia, François Fillon.
Poco después de la presentación del paquete anticrisis aparecieron cifras nada alentadoras sobre el paro laboral. En julio, el desempleo alcanzó su nivel más alto desde el año 2000, 9.3%.
Con este plan, Francia pretende reducir el déficit del 8% actual al 5.7% en 2011, y llegar al 3% en 2013, tal y como estipula el Pacto de Estabilidad Presupuestario de la Unión Europea.
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