Sexo, pistolas y cárteles: es el cine del narco

Por Noticieros Televisa | Fuente: Noticieros Televisa | 2013-03-29

Edgar Valdez Villarreal, alias La Barbie

Los inmigrantes hacen florecer la industria del video home con historias de los cárteles de la droga; pueden usar las cintas sólo para recordar su lugar de origen, aseguran especialistas

CIUDAD DE MÉXICO, México, mar. 29, 2013.- Después del arresto de Édgar Valdez Villarreal, en 2010, de quien las ridades dijeron que era líder de un violento cártel de la droga en México, los clientes de Video México, empresa avecindada en Austin, Texas, comenzaron a decirle a Eduardo Betancourt, el dueño, que la vida del arrestado era, de hecho, digna de una película de bajo presupuesto.

De acuerdo con el Texas Tribune, los clientes de la tienda de video de Betancourt son parte de la legión de aficionados al narco cinema de México, filmes hechos de manera apresurada, inspirados en los cárteles. Estos trabajos usualmente se saltan la exhibición en cines y llegan directamente al video.

Sin importar la noticia, en cuanto se conoce la información ya empiezan a rodar películas, asegura Betancourt. Seguramente no las estrenan dos o tres semanas de la noticia, pero en seis semanas máximo, los clientes empiezan a preguntar por las cintas.

Los filmes cuentan historias violentas de líderes regionales de los cárteles, retratos completos de balaceras, sexo, traición y corrupción. Austin tiene un mercado creciente para el género, en parte por el incremento de la población de inmigrantes hispanos y por la cercanía de Texas con México, donde se hacen estas películas.

La producción de cada película es menor de 10 mil dólares. Las hacen compañías de producción de bajo presupuesto, algunas están perfectamente establecidas y otras son tan fugaces como algunos insectos: nacen por la noche y cierran prácticamente por la mañana.

Betancourt empezó su negocio de renta de videocasetes hace 12 años. Si bien su negocio no se basa solamente en películas de narco para atraer a los clientes, si constituyen una parte importante de su negocio.

Los clientes regularmente buscan algo que los ayude a sentirse cerca de casa.

Con que el título contenga la palabra Michoacán, la gente que venga de ese estado seguramente rentará la cinta. Algunos clientes incluso le han asegurado que los filmes son rodados en sus lugares de origen.

Charles Ramírez Berg es profesor de educación media en la Universidad de Texas, en Austin; asegura que las películas son terapéuticas para algunos inmigrantes, de acuerdo con el texto original.

Es como una manera de ir a casa, explica el profesor. Quizá al ver el paisaje se evaden sin centrarse necesariamente en la historia, afirma.

El dueño de la tienda de video, en cambio, considera los potenciales efectos negativos de esta cultura. Originario de México, reconoce el atractivo que le ponen a la vida ultraviolenta en los filmes, pero también es un hombre de negocios.

Si le ofrecen un producto y le ve potencial, Betancourt lo va a adquirir, aunque desde su punto de vista no esté de acuerdo con lo que presentan las películas

Para Ramírez Berg, las películas pueden perjudicar o dañar a los fanáticos. Quienes las ven podrían querer participar de la cultura ultraviolenta o simplemente apagar la televisión y no volver a pensar en las escenas.

De cualquier manera, para él, las películas tienen un propósito: a través de ellas se abre la posibilidad de abordar temas que de otra manera nadie quiere ver.

El texto original fue publicado en inglés, por el Texas Tribune y retomado por el Washington Post

TFO

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