La actual crisis económica que mantiene en jaque a la Unión Europea ha traído consigo el renacimiento de un fantasma que ha acechado al viejo continente desde el término de la Segunda Guerra Mundial: la extrema derecha, con fuertes bases xenofóbicas, y su probable arribo al poder de forma democrática e institucional.
El origen del miedo se remonta a 1919, tras la firma de los Tratados de Versalles, cuando Alemania se vio sumida en la peor crisis social y económica de su historia, situación que favoreció la aparición de ideas de alto grado nacionalista y xenófobo tanto en la antigua Germania "con la identidad de nacionalsocialismo" como en Italia "bajo la dirección de los fascistas", que también se había visto fuertemente sacudida por el desempleo y la inflación. Las dramáticas y fatales consecuencias de este lamentable episodio en la historia de la humanidad son por todos conocidas.
Tras la derrota de los países del Eje, los gobiernos de Europa Occidental trabajaron arduamente en hacer desaparecer las ideologías que los habían llevado a la ruina. Sin embargo, los esfuerzos hicieron efecto sólo de manera superficial, ya que en el submundo nunca dejó de alimentarse el rencor nacido de la derrota hasta que fue llevado al nivel institucional. De esa manera, en 1972 surge el Front National (FN), partido político francés, y en 1980 surge en Grecia Chrysi Avgi (Amanecer Dorado [AD]), partido de ideología ultranacionalista.
Estos dos casos llaman especialmente la atención porque, en la coyuntura de la crisis económica, el electorado los ha colocado en una situación privilegiada, como nunca antes, dentro de sus gobiernos. Lo que nos remonta casi instintivamente al periodo entreguerras y sus devastadoras consecuencias.
Detener la inmigración, fortalecer la identidad francesa.
Fundado en 1972 por Jean-Marie Le Pen, el FN ha estado clasificado siempre en el umbral de la extrema derecha. Su desempeño electoral no cobró importancia real sino a partir de las elecciones presidenciales de 1988, año en que por primera vez superaron el 10% de los votos emitidos. Entre ese año y 1995, el partido tuvo un momento de apogeo gracias a sus denuncias contra la corrupción que prevalecía en los grandes partidos políticos franceses como el Parti socialiste y el Rassemblement pour la République.
En 2002, Le Pen obtuvo su máximo logro político ya que logró avanzar a la segunda vuelta electoral, disputándose la presidencia entre él y Jacques Chirac. En la primera vuelta obtuvo 4, 804,713 votos, es decir, el 16.86% del total.
Sin embargo, fue 2012 el año en que el partido alcanzó su máximo histórico. Liderado ya por Marine Le Pen, hija de Jean-Marie, y siendo ella la candidata a la presidencia, el FN obtuvo el 17.90% del total de votos, traducido en 6, 421, 426 millones (Le Monde, 2012).
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