CIUDAD DE MÉXICO, México, dic. 6, 2012.- A sus 11 años, la más pequeña de las hijas de Juventina Villa vio como mataron a su madre y a su hermano Reynaldo. Iba con ellos en una cuatrimoto a llevar flores al cementerio y a llamar por teléfono. Unos hombres les salieron al paso. Los fusilaron, primero al niño de 14 años y luego a ella.
"La niña dice que ella les decía que no mataran a su mamita, ni a su hermanito, que no los mataran, pero no entendieron y de todas formas le tiraron sobre de ella. Y ya la niña viendo que ya los habían matado, dicen que corrió, corrió para la casa a avisar", dijo María de Jesús Segura, hermana de Juventina.
Juventina era una líder ecologista en la sierra de Guerrero. Fue esposa de Rubén Santana, un hombre al que también le costó la vida defender el bosque. Él se oponía a que talamontes saquearan la madera en el Ejido de Guajes de Ayala, Municipio de Coyuca de Catalán, Guerrero.
A Rubén le ofrecían dinero, pero no aceptó.
"Sabes qué amigo, te damos 600 mil pesos para que no hagas nada, para que no nuevas gente y que no pare la madera, que se siga trabajando", comentó un campesino de la región.
El miércoles 28 de noviembre, cuando asesinaron a Juventina, ya se preparaba para dejar su casa en la comunidad de La Laguna. Sabía que su vida estaba en riesgo.
"Ya tenía todo arreglado para que ya nos iban a traer para acá. Ese día que a ella la mataron estaba ya esperando la gente que nos iban a traer", dijo Catalina Pérez, desplazada.
Su sobrina Leonor le ayudaba con las gestiones ante el gobierno. Así recuerda Leonor la última llamada de teléfono que recibió de Juventina:
"Ya vengan por nosotros, dice. Ya no puedo más, dice. Esas palabras me dijo. Fui y le dije al secretario del gobierno que pues ya me urgía, que si nos iban a ayudar, que ya la sacaran."
Ya no llegaron a tiempo. Después del asesinato de Juventina el gobierno ayudó a desplazarse a más de sesenta personas de zona de La Laguna hacia Puerto las Ollas.
Después de un día completo de viaje en caravana, llegaron a otro punto de la sierra: una pequeña comunidad aislada, sin luz, teléfono, servicios de salud, donde duermen casi a la intemperie, sin ropa adecuada para el frío.
"Tenía harto miedo, hartísimo miedo como andaban ellos y pues ya me vine dejé todo, lo único que tenía. Dejé mis marranitos, dejé 40 chivos, dejé mis gallinas, mi milpa, tenían harta milpa mis hijos sembrada, pero todo dejé, todos mis tiliches. Me traje un tambo con unos platos no más y como unas cinco cobijas, no más", dijo María de jesús segura villa, hermana de juventina.
En la familia Santana se vive el luto a la distancia de la tierra donde quedó enterrada la ecologista. En Puerto las Ollas, este martes 4 de diciembre Leonor tuesta el cacao para preparar el chocolate que darán en el rezo, ahora sí, para poder velar a Juventina. También bajó cuatro horas por la montaña para comprarle flores.
"Tengo miedo y pues yo quisieran que no se dieran ese gusto de seguí matando mujeres y que el gobierno si va a hacer algo. Porque yo sé que puede el gobierno, el gobierno puede echar redadas o lo que sea, puede hacer algo si quiere agarrarlos, si lo puede hacer, no más que quiera", señaló Leonor Ochoa, sobrina de Juventina.
Por su parte, Bertoldo Martínez, del Frente Democrático de Organizaciones Democráticas de Guerrero, comentó:
"Han sido 14 asesinatos de una sola familia, 14 asesinatos en la cual hasta este momento la procuraduría ni un solo ministerio público ha subido a investigar ningún asesinato. En cuestión de seguridad, en cuestión de justicia ha sido nula. Aún y con todo y la policía siguieron los asesinatos. Y todavía amenazan con venir a esta zona y acabarlos de matar."
Las familias cuentan que los talamontes están fuertemente armados con cuernos de chivo y armas de grueso calibre. Y le han referido a la comisión de derechos humanos de guerrero que los "pistoleros actúan bajo las órdenes del ex director de la policía ministerial del estado, Erit Montufar."
"Ellos quieren controlar todo, sacar la gente que vive ahí, si no se entra con ellos, tienes que salirte. Dejarles el terreno, ellos quieren toda la zona donde les pegue, o sea lo que es aquí la sierra les pega en todas partes", dice un hombre desplazado.
A pesar de todo, la familia y la comunidad seguirá defendiendo la madera y exigiendo justicia para sus muertos.
"Mi madre lo único que quería era que la dejarán en paz ya con los únicos hijos que le habían sobrado. igual nada. Pedíamos justicia y nunca llegó la justicia. 49:32:05 que hay de la justicia del maldito gobierno. Estoy muy agraviada porque no son cosas fáciles. Acabaron con mi familia y solamente los que quedamos somos los más pequeños, mis hermanas y mi hermano", dijo la hija de Juventina.
La familia se queja de la falta de disposición del gobierno para ayudarlos.
"Teníamos la cita con el gobernador para el día domingo como a las seis de la tarde. Yo me fui desde aquí, vez como está de lejos y a parte de los lejos no tengo dinero y yo me fui, así me fui. Llegue y a las once avisa que no, que no iba poder atendernos y tampoco nos dio día y fecha para ver que día podemos hablar con él", comentó Leonor Ochoa, sobrina de Juventina.
Y esto no es un asunto nuevo. En mayo de 2011, la Comisión estatal de derechos humanos ordenó que se tomaran medidas cautelares para proteger a Juventina y su comunidad, a la vez que emitió una serie de recomendaciones en las que se leen: "No pasa desapercibido para esta Comisión que por mucho tiempo las víctimas de un hecho delictivo han permanecido en el olvido por parte de representantes de los poderes públicos".
La comunidad ha entregado a las autoridades una lista con los responsables de los asesinatos.
Entre estas promesas está que el gobierno se comprometió con la comunidad a reubicarlos en una zona segura, dales casa y terrenos para su siembra.
Mientras, con su luto a cuestas, esta comunidad aguarda por mejores tiempos en lo alto de la sierra y hacen una súplica.
[[order]] [[autor]] escribió el [[time | date DD/MM/YYYY HH:mm]]
[[comment]]