"A veces mi padrastro estaba tomado, igual que su papá y mi primo, pues él no tomaba porque igual él tenía un hijo y esposa", contó Yuritzi. Aún así abusaban de ella.
"A veces cuando yo no me quería acercar a él, me decía mi mamá que yo lo traté bien porque es como mi papá y yo no quería", añadió Yuritzi.
Yuritzi tiene 14 años de edad. Desde los 9 fue abusada sexualmente por su padrastro, por el padre de su padrastro y por un primo. Todo ello bajo el consentimiento de su madre.
Reportero (R): ¿Supo que abusaron todos ellos de ti?
Yuritzi (Y): Sí.R: ¿Y aún así lo permitió?
Y: Mi mamá se iba con su papá de mi padrastro. Que yo deje que se me acerquen ellos a mí, que yo no sea así con ellos.
El pueblo de Yuritzi es Tixcancal, en el municipio de Tizimín en Yucatán. Es una comunidad de poco menos de dos mil habitantes.
En esta zona, la situación de Yuritzi indigna a pocos y es que en las comunidades indígenas de la zona sureste del estado de Yucatán el arraigo de las costumbres aún prevalece.
El aislamiento y la ignorancia han provocado que generaciones enteras defiendan prácticas que son penadas por la ley.
"Niñas que son ofrecida o que hay costumbre de que el papá tenga relaciones sexuales con sus propias hijas. Es un tema que desgraciadamente y la familia así alrededor es un tema como tabú. No lo mencionan a pesar de ver el sufrimiento de la niña, de la adolescente. La mamá no lo comenta, lo ven como algo, digamos, como una costumbre, algo que ahí está y lo que te comentan al momento de que cuestionas, te dicen es que es tu papá y tiene el derecho de hacerlo", agregó Celia María Riva Rodríguez, fiscal general del estado de Yucatán.
En la comunidad de Yuritzi el 85 por ciento de la población no acabó la educación básica. La mayoría se dedica al campo y algunos con un poco de suerte consiguen empleo en la zona turística de Cancún. Yuritzi recuerda que quería estudiar una carrera y así se lo hizo saber a su mamá.
"Ella sólo decía que iba a tratar de ayudarme, pero yo veía que no lo hacía mi mamá. De hecho yo ya me iba con mis tías y ella me regresaba a buscar diciéndome que mi padrastro ya no está con ella, que ya se separó de él y cuando regresaba con ella, mi padrastro seguía con él", dijo Yuritzi.
La costumbre indica que las niñas, además de someterse a los abusos sexuales de sus padres, padrastros o familiares, también tienen que convertirse en unas pequeñas amas de casa.
"Si tú les preguntas a nuestras niñas, ellas siempre te van a decir, yo cocino, yo lavo, cuido a mis hermanitos, juegan como un papel de mamás chiquitas", añadió María Jesús Ocaña, fundadora de Casa Crisal.
Después de años en esta dinámica, Yuritzi encontró el refugio Casa Crisal, el lugar donde ha vuelto a ser niña, donde ahora sueña con ser abogada y ayudar a otras niñas para que no sufran lo que ella padeció.
"Ellas actualmente viven en una casa prestada, con poco agua, con poca luz. Actualmente ya conseguimos la donación de un terreno y bueno, estamos lanzando la campaña para procurar los fondos", aseveró Carlos Antonio Mimensa Novelo, presidente de la Fundación Villa de la Esperanza.
En la próxima entrega, la rehabilitación de una niña que su madre la utilizaba como moneda de cambio.
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