Presos enfermos mentales (Parte 1)

Por Danielle Dithurbide | Fuente: Noticieros Televisa | 2012-09-20

De los 40 mil reos que hay en las cárceles del DF, 400 están en este anexo del Reclusorio Sur, porque además de haber perdido la libertad, perdieron la realidad; una historia de Danielle Dithurbide

CIUDAD DE MÉXICO, México, sep. 20, 2012.- Ahí, la vida es cruel, difícil. Ése es el lugar en el que viven quienes han cometido un delito y están diagnosticados con una enfermedad.

Es el Centro Varonil de Readaptación Psicosocial (Cevarepsi), la prisión para los enfermos mentales.

"Un trastorno mental permanente o transitorio o la gente que tiene un IQ por debajo de 70 están fuera del derecho penal. En caso de que se determine que la persona que cometió una infracción no estaba en sus cabales, el derecho penal lo aplica, no pueden ser recluidos. Pero tampoco se les puede dejar libres. Tienen el derecho a todos los recursos y todos los medios de defensa", explica Javier Paz, abogado.

Ahí no se cumplen condenas, sino medidas de seguridad y van desde los 12 meses hasta los 50 años, depende del delito, del parte psiquiátrico y del comportamiento del interno.

"Si la consecuencia es tratamiento psiquiátrico, se abre un protocolo de tratamiento como con cualquier otro enfermo psiquiátrico".

En el dormitorio número 3 del Cevarepsi, en el que duermen los internos con mayor grado de vulnerabilidad, ahí nadie actúa, nadie finge, porque en ese lugar lo grave no es haber perdido la libertad sino la realidad.

Él es Abraham, interno del Cevarepsi:

"Estamos en la zona 1 del dormitorio 3, en el Centro Varonil de Rehabilitación Psicosocial. Esta zona está destinada para la tercera edad y para los pacientes internos más vulnerables. Nosotros: Hugo, Urbano y yo, somos los que tenemos la comisión de monitorear la vida en general de estos pacientes vulnerables".

Pero él, también lo es. Delitos sexuales y esquizofrenia fue la combinación que lo trajo aquí.

"Pierden el contacto con la realidad y están actuando por ideas y trucos de la mente, son inimputables y deben de ir a un centro donde se les tiene que recluir y darles un abordaje con relación a su enfermedad", detalla Pamela López, psiquiatra.

A las ocho de la mañana empieza el día, todos tienen que tender su cama, hacer labores de limpieza, cuidar su higiene personal y comenzar las actividades, que desde hace algunos años, se han implementando en esta cárcel especial, haciéndola una de las más avanzadas en su tipo en todo el país.

Taller de pasta francesa, de pintura, de cerámica, de hidroponia, de lectura, de escritura o de cultivo, no importa cuál sea, si por unas cuantas horas les hace encontrar algún sentido a una vida sumergida en un trastorno y ahora cautiva dentro de alto muros y torres de cemento.

Él es Miguel Ángel Bouchan, el hombre que en 1998 se volvió parte de una de las historias judiciales más obscuras del país.

Apodado El Chacal de la Malinche, fue acusado de privación ilegal de la libertad, homicidio y violación múltiple además de violación a las leyes de inhumación y exhumación por haber enterrado a sus víctimas en el jardín trasero de su casa , fue condenado a una de las penas más largas del registro mexicano: 316 años, él difícilmente lo recuerda.

"Epilepsia, que me provocó un daño cerebral y me produjo una crisis psicótica, parecida a la de los esquizofrénicos y eso me provocó estar aquí. Estoy bien, estoy controlado mi enfermedad está en remisión, estoy tomando medicamento y estoy bien".

Hoy, Miguel ángel, médicamente controlado, físicamente y mentalmente cambiado es uno de los internos más destacados del centro, por sus habilidades artísticas que van desde la pintura hasta el trabajo fino con madera y otros materiales, Estará aquí por 40 años más.

"He aprendido muchas cosas, cosas que afuera no hubiera aprendido. Estuve participando en lo que es teatro, recinado de fotos pues no tenía ni idea, y todo lo aprendí aquí. Con las nuevas reformas uno tiene que demostrar que está readaptado y rehabilitado y pues ahorita estoy estudiando la preparatoria, porque no había podido terminar mis estudios por lo mismo de mi enfermedad".

Actualmente 394 hombres mexicanos viven internos en ese Centro Anexo al Reclusorio Sur de la Ciudad de México, para algunos la estancia es temporal, para otros, la vida acabará aquí.

Emocionados por un viejo reloj, como Tello; dando pasos descalzo por miedo a los zapatos, como Carlos; pensando que la ropa es una armadura? o solos como Martín, porque aquí más del 25% de los reos, no tiene a nadie y nadie los quiere tener a ellos.

"Está muy enojada conmigo porque le hice la vida muy complicada a ella y a mí cuñado, de aquí han ido a mi casa trabajadoras sociales y todo para saber si quieren venir a verme y les dicen que ya me dieron por muerto que ya no quieren saber nada de mí", dice Martín, cuando recuerda a su familia.

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