Hay un lugar en la tierra,
de color esmeralda... y rojo ocre...
Patria de agua...
que guarda sus secretos,
con sus verdes milagros...
Es la Amazonia...
La selva más grande del mundo...
seis millones de kilómetros cuadrados...
De pura vida... Como en ningún otro rincón del planeta...
fortaleza natural...
que los garimpeiros de lámina y acero...
y los devoradores de árboles...
siguen tratando de vencer...
Pero... los hombres de los rios...
de esa enorme patria de agua...
nunca... nunca se vencerán...
Nuestra historia comienza a las orillas del Río Mojú, uno de los ramales del Río Amazonas. Michel es un campesino que vive en una comunidad ribereña. Apenas tiene 20 años, pero ya conoce los secretos de la selva, recolecta frutos que le dan de comer a su familia y que incluso vende a través de la cooperativa de su comunidad.
"La vida aquí es bien diferente a la de ustedes. Tienes que andar con cuchillo, estamos en contacto con los animales, trabajamos con el árbol de asaí", comenta Michel.
Michel Nos enseña como recolecta el asaí. Desde niño aprendió a trepar los asai-zeiros "acaizeiros", que son las palmeras donde nace el fruto, cuya cáscara se come, pero además tiene propiedades como antibiótico natural y su aceite se utiliza como antioxidante en la fabricación de cosméticos.
En la selva amazónica no hay que caminar mucho. Para encontrarse a cada paso con los frutos.
Michele no conoce las grandes ciudades, nunca ha salido de su comunidad, pero no le interesa,. tiene todo lo necesario para vivir porque la selva les da comer, incluso los cura cuando es necesario.
"Aquí es un lugar tranquilo para vivir, tienes las mismas cosas que en la ciudad, como energía eléctrica y están llegando más cosas. No tenemos por qué irnos para allá. Yo creo que ustedes, los extranjeros, viven en un nivel mejor que el nuestro, quizá con mejor educación es más fácil. Aqui no, la vida es más difícil. Quizá aquí no seamos tan pobres, pero no vivimos en el lujo. Tengo lo necesario, pero de pronto no tengo todo lo que quisiera. Pero lo que tenemos para vivir aquí es suficiente, Pero siempre uno quiere más", asegura Michele.
A más de tres mil kilómetros del Rio Mojú, en la Amazonía, se encuentra Cajamar, a las afueras de Sao Paulo.
Estamos en una de las empresas más grandes de Brasil, líder en el negocio de cosméticos, que genera alrededor de un millón 400 mil empleos directos y es reconocida como la segunda empresa más sustentable del mundo, según un estudio presentado en el pasado Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza.
"Nosotros los ejecutivos que manejamos la compañía tenemos como objetivos a buscar, tanto los objetivos financieros como los sociales y los ambientales y muchas veces tenemos que re pensar proyectos que tengan algún impacto ambiental que salga de las medidas, vamos a decir así, que nosotros tenemos estipuladas", asegura Erasmo Toledo, director de Operaciones Internacionales de Natura.
En cuatro años, está empresa disminuyó 25% de las emisiones de carbono de su cadena productiva y desde hace 12 años promueve prácticas de responsabilidad social, así como el respeto al medio ambiente de los productos que extrae de la selva amazónica.
"La propuesta que nosotros tenemos es generar la concientización y traer más gente para de forma estructurada con buena gobernanza podemos hacer cada vez más una actividad que sea cada vez más sostenible, en que traer más gente para la actividad, en hacer extracciones más sostenibles de la biodiversidad y con eso generar calidad de vida para las personas, generar renta para los que están involucrados en el proceso, y mantener la naturaleza más intacta, esa es la propuesta que hay", añade el ejecutivo de Natura.
Michel y Erasmo no se conocen, pero sus historias se cruzan de manera directa.
Los frutos que Michel recolecta en la selva son comprados a través de la cooperativa de su comunidad por la empresa donde Erasmo es ejecutivo. Pero no sólo les pagan un precio justo por los frutos que recolecta, sino además le pagan a su comunidad el conocimiento tradicional y el uso del patrimonio genético de sus productos.
"Lo que buscamos es pagar el precio justo para que se pueda mover y crear una economía alrededor de eso. Que sea posible hacer toda la extracción respetando toda la cuestión del medio ambiente. Entonces para eso hay que pagar precios justos y precios justos es garantizar que con esa ganancia que ellos puedan mejorar su calidad de vida", explica Erasmo Toledo, Director de operaciones internacionales de Natura.
Se trata de un modelo de negocios inédito en donde se aprovechan de manera sustentable los recursos de la Amazonía que es tanto como defender a la selva de las industrias extractoras salvajes.
"Este problema está sucediendo por las haciendas que están creciendo por esta zona y están acabando con la naturaleza y cosas así que están destruyendo la naturaleza. Nosotros aquí cuando necesitamos derribar un árbol, volvemos a plantar uno nuevo. Tratamos de defendernos de los taladores, pero los organismos responsables que deberían proteger la selva no están aquí y por eso sucede. El gobierno se preocupa pero en otro tipo de zonas, como Manaos en el estado de Amazonas, pero a veces no llega hasta acá", dice Michel.
Quizá Michel, a las orillas del Rio Mojú, y Erasmo Toledo, desde Sao Paulo, nunca se cruzarán en el camino, aunque vayan en la misma dirección del desarrollo sustentable.
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