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CIUDAD DE MÉXICO, México, sep. 5, 2012 .- En medio de la guerra y sus horrores siempre existe un poeta que canta, un pintor que traza con mano firme una línea que vio o imagina en medio del desastre. También se han escuchado una flauta, una guitarra, los acordes de un piano.
En plena Guerra Civil de España el escritor José Bergamín le encargó a Pablo Picasso, la creación del famoso "Guernica", publicó una revista donde cabían cuentos y poemas que se llamó Cruz y raya, "la revista del más y del menos" de la afirmación y la negación.
Hoy que vivimos tiempos de penuria en los que se riega sangre y se cosechan calaveras el arte y la cultura crean su propia legislación, imponen sus reglas. Una maestra de Ciudad Juárez está convencida que los niños a quienes da clases de música nunca serán sicarios. Confía en que el rumor de sonidos y silencios que construyen instrumentos, voces, habrán de apasionarlos tanto que seguirán procurándolos hasta el fin de sus días.
Carlos Prieto, un chelista de excepción está seguro que el mejor antídoto contra la barbarie justamente es la música, esa arquitectura que nos envuelve y nos hace percibir al mundo con un ligero aumento de luz.
Al chelista Carlos Prieto Yo-Yo Ma lo considera un verdadero paladín de ese instrumento pues se ha convertido en uno de sus principales promotores.
Desde muy niño, escribió Gabriel García Márquez, tuve un interés natural por la música, pero no se me reveló como la pasión mayor de mi vida hasta la noche milagrosa en que descubrí el alma del chelo en manos de Carlos Prieto. Fue una revelación que me contagió para siempre con los misterios de la música y la felicidad de un gran amigo.
Para el genial Yo-Yo Ma, quien puso a circular de manera masiva la música de Vivialdi y Johan Sebastian Bach, Carlos Prieto, como Rostropovich es un auténtico paladín del violonchelo. Es un artista creador, un sabio y un escritor. Carlos Prieto ha contribuido de manera notable, dice Yo-Yo Ma al enriquecimiento de la música en Occidente. Ha estrenado obras de algunos de los más grandes compositores contemporáneos y ha contribuido al desarrollo de una generación entera de los más talentosos músicos de Iberoamérica.
En estos tiempos de penuria, cuando escasean las cosas más precisas como el sentido de humanidad, de solidaridad, la concordia es casi un deber moral. Sin concordia, sin unión, sin común acuerdo, sin consentimiento más allá de la retórica, se pone en riesgo el mayor bien común que es la convivencialidad. Sin concordia se pueden ganar elecciones o alcanzar el poder pero no gobernar a una nación. Creo que Carlos Prieto tiene razón: la música es un antídoto contra la barbarie, una herramienta que puede ayudarnos a reconstruir la concordia.
Este 5 de septiembre este músico, este mexicano de excepción recibirá la Medalla Bellas Artes por sus méritos artísticos.
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