Familiares del dueño del Titanic, tratan de limpiar su imagen

Por agencia | Fuente: EFE | 2012-04-13

Durante años lo retrataron como un cobarde

LONDRES, Inglaterra, abr. 13, 2012.- Al cumplirse cien años del naufragio del Titanic, los descendientes del propietario del transatlántico rompieron el silencio para limpiar la reputación de Joseph Bruce Ismay, retratado como un cobarde por la literatura y el cine.

En una entrevista a la cadena británica BBC, John y Malcom Cheape, nieto y bisnieto, respectivamente, del que fuera director y presidente de la naviera White Star Line, negaron lo que consideran "algunos mitos sobre la biografía del empresario".

En la película "Titanic", de James Cameron en 1997, Ismay se comportaba como un arrogante magnate, a quien le entró el pánico cuando el buque comenzó a hundirse tras chocar contra un iceberg en la madrugada del 15 de abril de 1912.

En el filme se subió al primer bote salvavidas lanzado a la gélidas aguas del Atlántico Norte e ignoró la máxima marítima de "las mujeres y los niños primero", abandonando el Titanic y a sus pasajeros a su suerte.

"Creo que se le trató muy mal en la prensa estadounidense y, quizá, no tan mal en la británica, pero su historia nunca se contó. Hay muchas mentiras sobre él, sobre que escapó en el primer bote disfrazado de mujer y cosas así que le hicieron mucho daño", relata Malcom, nieto de la hija mayor de Ismay, Margaret, residente en Escocia.

Después del naufragio, que causó más de 1.500 muertos, dos investigaciones desarrolladas en Estados Unidos y el Reino Unido concluyeron que Ismay no tuvo responsabilidad en el hundimiento del Titanic, pero su reputación quedó dañada.

Durante las pesquisas, declaró que se subió a bordo de uno de los últimos botes salvavidas después de ayudar a otros y asegurarse que no quedaban a la vista mujeres o niños.

"Sospecho -continúa Malcom- que sufrió estrés postraumático cuando llegó en los barcos de rescate y, ciertamente, se le administró morfina o algún tipo de medicina".

El bisnieto dice que posee miles de documentos y correspondencia que pintan un retrato de su bisabuelo muy diferente al que ha creado la cultura popular.

Entre estos figura una carta enviada a Ismay por un hombre en la que le agradecía que hubiese salvado a su mujer, una azafata australiana llamada Evelyn Marsden a la que instó a subirse a un bote.

Aunque John Cheape era muy pequeño cuando murió su abuelo en 1937, recuerda que el hundimiento del transatlántico considerado "insumergible" tuvo un efecto devastador en toda la familia, que impuso durante años la ley de silencio sobre el suceso.

"Mi abuela, Florence, apenas hablaba de ello y mi madre tampoco tenía mucho que decir. Lo que sí decía es que le destrozó la vida. Sin duda, toda la familia ha sufrido", cuenta John.

En su opinión, Ismay no pudo hacer más para salvar más vidas o evitar el desastre, a pesar de que las dos investigaciones citadas le interrogaron sobre la escasez de botes salvavidas o la inadecuada velocidad a la que navegaba el barco en unas aguas con icebergs.

El empresario se apartó de la vida pública cuando se trasladó a Costello, una pequeña localidad del oeste de Irlanda, pero regresó a Londres años después, donde murió en 1937.

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