Tráfico de explosivos en Perú

Dan a conocer en Perú la existencia de mafias que trafican explosivos en grandes cantidades; mueven tanto o más dinero que los grupos criminales dedicados al narcotráfico

LIMA, Perú, ene. 17, 2012.- Durante veinte años, en el período 1980 al 2000, los peruanos vivieron en estado de tensión y con olor a pólvora.

No había día en la que los grupos armados, Sendero Luminoso o el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, no hicieran estallar un coche bomba o dinamitaran los locales de importantes empresas públicas y privadas.

Doce años después, se acaba de dar a conocer en Perú la existencia de mafias que trafican masivamente explosivos.

Nadie lo hubiera creído, pero la voz de alarma fue dada por el coronel Carlos Aguirre Carbajal, jefe de la dirección de control de servicios de seguridad, control de armas, municiones y explosivos de uso civil.

Estas mafias, indicó el funcionario, mueven tanto o más dinero que los grupos criminales dedicados al acopio de droga y narcotráfico. Pero, hasta ahora, se ha hecho muy poco para frenar esta actividad ilegal.

El coronel Aguirre dijo que no es posible que camiones llenos de dinamita recorran sin problemas el territorio nacional sin ser detectados en los puestos de control policial ubicados en las carreteras del país.

El precio real de un cartucho de dinamita, con mecha y fulminante, es de apenas un sol con 50 céntimos. Esto es, aproximadamente 50 centavos de dólar, pero en el mercado negro se vende hasta en 25 soles. O sea, casi 10 dólares por cartucho.

En territorio peruano hay centenares de minas. Es la actividad económica más importante del país y la que genera más divisas.

Pero al lado de las trasnacionales y las empresas nacionales formales y debidamente constituidas, crece la minería informal o artesanal.

Estos mineros que no cuentan con permisos para adquirir legalmente la dinamita, la compran en el mercado informal, lo que garantiza asombrosas ganancias para los comerciantes de explosivos.

Las autoridades peruanas han ofrecido fiscalizar con mayor rigor el destino de los explosivos adquiridos por las empresas formales para evitar su tráfico y apuran también conversaciones con los gremios de mineros informales para ponerlos a derecho.

No obstante, las intenciones podrían quedar en el aire si acaso no se detiene el tráfico de explosivos.

Actualmente, el 40 por ciento de la dinamita que se fabrica en el Perú es traficada ilegalmente. Y eso que, afortunadamente, los peruanos ya no tienen encima a los terroristas que en el pasado dinamitaron al país.