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RÍO DE JANEIRO, Brasil, jul. 26, 2013.- Al presidir el Viacrucis en la playa de Copacabana uno de los momentos más simbólicos de la Jornada Mundial de la Juventud, el papa Francisco le dijo a los jóvenes llegados de todo el mundo que con la Cruz, Cristo se une al silencio de las víctimas de la violencia, que no pueden ya gritar, sobre todo las inocentes y las indefensas.
El papa, que volvió por segunda vez a Copacabana, afirmó que con la cruz Jesús se une a las familias que se encuentran en dificultad, que lloran por la perdida de sus hijos o que sufren al verlos víctimas de paraísos artificiales como las drogas.
El Papa, recordó que Juan Pablo II, les entregó por primera vez la cruz a los jovenes en 1984 para que la llevaran por el mundo como signo de amor y de paz.
A los que se reunieron aquí en Rio les preguntó qué les ha dejado el recorrido de la cruz por su país y por sus vidas.
Según el papa, la muerte de Cristo en la cruz les ha demostrado que el mal, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra.
La cruz de instrumento de odio, de derrota, de muerte se transformó, dijo, en signo de amor, de victoria y de vida.
Por la mañana el papa vivió diferentes momentos todos muy intensos con varios grupos de jóvenes. En el parque de Boavista el papa confesó a 5 jóvenes, tres brasileños, una italiana y una venezolana. Todos quedaron impactados por la sencillez y cercanía del papa. Cada confesión duró aproximadamente 5 minutos.
El papa Francisco se dirigió luego hacia la residencia del arzobispado donde le esperaban 8 jóvenes detenidos en 4 cárceles de Río de Janeiro.
Los jóvenes le regalaron un gran rosario con una cruz en la que se podía leer "nunca más Candelaria", el lugar tristemente celebre de una matanza de jóvenes.
El papa en varios momentos, conmovido, les dijo: "nunca más violencia, sólo amor, Candelaria nunca más". Al final del encuentro muy emotivo el papa le pidió a todos los jóvenes que rezaran por él
Desde el balcón del Palacio Arzobispal el Papa rezó el Ángelus y dedicó un pensamiento especial a los abuelos de los que destacó la importancia por ser transmisores de sabiduría, historia y valores.
"Los abuelos son importantes en la vida de la familia, para transmitir la herencia de la humanidad y de la fe, que es esencial para cualquier sociedad", dijo el pontífice.
El papa compartió luego el almuerzo con 12 jóvenes de Brasíl, Nueva Zelanda, Australia, Portugal Francia, Rusia, México, Estados Unidos Sri Lanka, Argentina y Colombia.
"Mucha emoción, al principio no poder, no poder emitir ninguna palabra de la emoción, y poco a poco él nos fue dando confianza para hablar con él, como él nos empezó a hacer preguntas y después nosotros a preguntarle, y como con el pasar de los platos se fue haciendo una relación más cercana y la emoción que cada uno de nosotros sentía por estar cada uno con él", dijo Luis Edmundo Martínez, joven zacatecano.
El sábado el papa celebrará una misa con los obispos de la Jornada Mundial de la Juventud, pronunciará un discurso frente a líderes políticos y empresariales y por la noche presidirá la vigilia con los jóvenes de todo el mundo.
MACO
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