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MÉRIDA, México, oct. 1, 2011.- Unos 15 mil feligreses recibieron hoy en tierras mayas las reliquias del 'Papa Peregrino', Juan Pablo II, cuya primera visita a esta región en agosto de 1993 permitió el restablecimiento de las relaciones Iglesia-Estado mexicano.
Desde antes de la salida del sol, cientos de católicos se arremolinaron a las puertas de la Catedral metropolitana en espera de la llegada de beato, representación de que el 'Amor está vivo', cuya reliquias y figura de cera llegaron en medio de una pertinaz llovizna y escenas de llanto y euforia.
La Catedral de San Ildelfonso, cuyas columnas de piedra labrada obtenidas de edificios mayas precolombinos, se encontraba atestada de hombres, mujeres y niños de todas las clases sociales, quienes mezclan su religiosidad con la curiosidad de volver a ver, en unos casos, o conocer, en otros, al beato de origen polaco.
El arzobispo de Yucatán, Emilio Carlos Berlie Belaunzarán, agradeció el 'retorno' de su Santidad 'a casa', ante la mirada complacida del postulador de la causa de beatificación, el también sacerdote polaco Slawomir Oder.
El jerarca de la Iglesia Católica local recordó el 'peregrinar' de Juan Pablo II los días 11 y 12 de agosto de 1993, entre ellos su visita a la catedral local donde oró por varios minutos ante el llamado 'Cristo de la Unidad', un imagen de Jesucristo crucificado de unos 14 metros de altura.
Berlie Belaunzarán describió al Sumo Pontífice, de cuyo pontificado fue colaborador en diversos cargos a nivel continental, como cabeza de la Iglesia, pero también 'un hombre carismático y sabio, que con la fuerza del amor acabó con un régimen totalitario'.
Durante la ceremonia litúrgica, cuyo evangelio versó en torno a la parábola del 'Buen Pastor', señaló que la llegada de Juan Pablo II favoreció un encuentro con las etnias del continente, en el V Centenario de la llegada del Evangelio al nuevo mundo.
En su discurso, puntualizó el llamado papal a la luchar contra 'la violencia y el odio, son perniciosos, incapaces de no generar algo que no sea odio y violencia'.
Debido a una inadecuada logística por personal de la arquidiócesis local, los enfrentamientos y gritos fueron una constante entre las largas colas que se hicieron a las puertas del templo católico
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