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CIUDAD DE MÉXICO, México, abr. 2, 2011.- Hace seis años, el mundo en general, especialmente el católico, lamentó la muerte del Papa Juan Pablo II.
Karol Wojtyla falleció en sus habitaciones de El Vaticano a los 84 años de edad, consecuencia de un colapso respiratorio y septicemia, luego de varios días de agonía.
Su salud, aquejada por el mal de Parkinson, se agravó a principios de febrero de 2005, cuando fue hospitalizado por una afección respiratoria aguda.
Nueve días después, el 10 de febrero, los médicos autorizaron que el Papa regresara al Vaticano.
Juan Pablo II no pudo retomar del todo sus actividades, los problemas en las vías respiratorias continuaban.
El 24 de febrero, el Sumo Pontífice nuevamente fue hospitalizado y esta vez sometido a una traqueotomía.
Una semana después se habla de mejoría en la salud del Santo Padre, pero no de cuándo dejaría el sanatorio.
El domingo 13 de marzo, el Vaticano anunció que Su Santidad sería trasladado al palacio apostólico.
Hacia los últimos días de ese mes, el estado físico de Juan Pablo II era cada vez más precario, el día 27 apareció en la ventana de su apartamento e intentó hablar, no lo logró.
Cuatro días después, el 31 de marzo de 2005, el Vaticano informó que el Papa tenía una infección en las vías urinarias y reconoció que se encontraba muy mal de salud.
Dos días más tarde, la noche del 2 de abril, la agonía terminó.
El Pontificado de Juan Pablo II se caracterizó por llevar su mensaje directamente a los católicos por todo el mundo.
Realizó 105 viajes. En cinco ocasiones visitó México.
La primera fue en enero de 1979, a menos de 100 días de asumir su pontificado, volvió a pisar suelo mexicano en mayo de 1990 y en octubre de 1993.
El Papa visitó nuestro país en enero de 1999, 20 años después de su primera estancia en México.
La última vez que Juan Pablo II estuvo en el territorio nacional fue en julio de 2002, para la beatificación de Juan Diego.
Juan Pablo II, ausente en cuerpo pero presente en espíritu
Cada pieza comenzó a ocupar su lugar en el gran mosaico que sirvió de escenario para el homenaje más grande a nivel mundial en honor de Juan Pablo II con motivo de su beatificación.
La tarde de este sábado, que sería de gran importancia para la relación entre México y Juan Pablo II, con la tregua del sol se volvió cálida y apacible para recibir a miles de fieles religiosos en el estadio Azteca.
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