Sacan del anonimato a fotógrafos de la Revolución

Por Redacción | Fuente: Cortesía | 2010-11-26

El libro 'Fotografiar la Revolución Mexicana' reúne más de 200 imágenes captadas de 1910 a 1920, que dan testimonio de la labor de diversos fotógrafos hasta ahora desconocidos, entre ellos una mujer

INFORMACIÓN CORTESÍA DEL INAH

FOTOGRAFÍA CORTESÍA DE LA FOTOTECA NACIONAL-INAH 

CIUDAD DE MÉXICO, México, nov 25, 2010.- Considerado como un mapa de posibilidades que los interesados pueden utilizar para historiar y desmenuzar la fotografía de la época revolucionaria, fue publicado el libro Fotografiar la Revolución Mexicana. Compromisos e iconos, el cual reúne más de 200 imágenes captadas de 1910 a 1920, varias de ellas poco conocidas, que dan testimonio de la labor de diversos fotógrafos que habían permanecido en el anonimato.

La obra, editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), es resultado de una amplia investigación realizada por el historiador de la imagen John Mraz, y es presentada como parte de la exposición fotográfica Testimonios de una guerra, que se presenta de manera simultánea en 30 museos del país.

Fotografiar la Revolución Mexicana representa el primer estudio monográfico en profundidad de las imágenes de una de las grandes revoluciones del mundo, la mexicana; en él, el especialista desvela la participación de fotógrafos hasta ahora desconocidos.

Por ejemplo, gracias a que en uno de sus libros el general zapatista Gildardo Magaña hace referencia a los hermanos Rousset: Antonio, Guillermo y Benito, se supo que éstos fueron los fotógrafos de Aquiles Serdán, por desgracia de ellos sólo se conoce un retrato de Francisco I. Madero, que está bajo resguardo en el Archivo General de la Nación.

Para este estudio, Mraz reconoce haberse "montado sobre los hombros" de otros historiadores como Samuel Villela, del INAH, y Miguel Ángel Berumen, entre otros, cuyas indagaciones han permitido conocer más sobre la obra de fotógrafos como Los Salmerón, en Guerrero, o de los registros del movimiento villista.

El docente de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla señala que las fuentes primarias para conformar el libro fueron las fotografías mismas y las firmas que aparecen en algunas de ellas señalando su posible autor, "aunque no se puede confiar de todo en las rúbricas"; así como la búsqueda en revistas ilustradas de la época para determinar fechas, personajes y autoría, pues estas publicaciones periódicas cuidaban la exclusividad de sus fotógrafos.

En Fotografiar la Revolución Mexicana. Compromisos e iconos, se desmenuzan las imágenes realizadas en México entre 1910 y 1920, sobre todo por mexicanos, para descubrir quiénes las tomaron, por qué y para quiénes las hicieron; cómo expresaron sus compromisos visualmente, cuáles fueron las estrategias estéticas para tomar partido y qué identificaciones e identidades se generaron.

Lo realmente novedoso de la fotografía mexicana durante la lucha armada es el hecho de que hay fotógrafos, y una fotógrafa: la zapatista Sara Castrejón, involucrados con grupos revolucionarios enfrentados. Este libro deja atrás el mito de que Agustín Víctor Casasola fue "El fotógrafo de la Revolución" y descubre a muchos más que cubrieron la larga guerra civil, que estuvieron comprometidos con diferentes facciones.

Algunos de ellos fueron Samuel Tinoco, Antonio Garduño, Manuel Ramos, Gerónimo Hernández, Armando Salmerón, Cruz Sánchez, Sara Castrejón, Eduardo Melhado, Ignacio Medrano Chávez, Jesús H. Abitia, los hermanos Cachú y la agencia de Heliodoro J. Gutiérrez. Asimismo, la obra ofrece una nueva lectura de la participación de Hugo Brehme.

A consideración de John Mraz, "Hugo Brehme es el mejor fotógrafo de la Revolución Mexicana, además de su técnica impecable, estuvo ahí para capturar los momentos más importantes, como los festejos del Centenario de la Independencia, los zapatistas en Morelos, la llegada de los Convencionistas y los Constitucionalistas a la Ciudad de México, la invasión del puerto de Veracruz, etcétera".

El autor de libros como La mirada inquieta: nuevo fotoperiodismo mexicano, 1976-1996; y de Nacho López y el fotoperiodismo mexicano en los años cincuenta; recordó que la Revolución Mexicana fue la más fotografiada de los alzamientos civiles del siglo XX, y que "no existe libro sobre la fotografía de ninguna revolución en el mundo".

"Estamos hablando de fotohistoria, donde encontramos la participación de mujeres, de niños, de indígenas... las imágenes también nos revelan las diferencias en el armamento, es obvio que quienes tenían más dinero ganaron la guerra, no es de extrañar que sea de los Constitucionalistas de quienes se preservan más fotografías", refiere Mraz.

Fotografiar la Revolución Mexicana incluye más de dos centenares de imágenes, varias de ellas poco conocidas, acompañadas con  testimonios que permiten interrogarlas. Estas fotografías forman parte de los acervos de la Fototeca Nacional de INAH, el Archivo General de la Nación, la Universidad Panamericana y el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.

El libro cierra con una mirada fascinante de las tomas que se convirtieron en iconos revolucionarios y sus reapariciones a través de la historia: "La Adelita", "Zapata con cananas", "Villa cabalgando", "Villa en la silla presidencial" y "Victoriano Huerta con su Estado Mayor"; imágenes seleccionadas por Mraz para ilustrar la forma en que éstas se pueden convertir en símbolos conforme el momento histórico y propósitos con que son utilizadas.

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