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HELSINKI, Finlandia, ene. 22, 2012.- Los finlandeses acudieron la mañana de este domingo a buen ritmo a las urnas para votar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, por lo que los medios locales estiman que los comicios concluirán con un alto índice de participación.
Los ciudadanos fueron con normalidad a los colegios a depositar sus sufragios y el mayor inconveniente de la jornada lo está protagonizando el intenso frío, con temperaturas de entre tres y 25 grados bajo cero.
La emisora de radio "YLE" anunció que al término de la votación se rozaría, según sus cálculos, una participación del 75 por ciento.
Los centros electorales abrieron sus puertas a las nueve de la mañana (07.00 GMT) para los cerca de 4.4 millones de finlandeses llamados a las urnas y tienen previsto cerrar a las ocho de la noche (18.00 GMT).
Los primeros resultados oficiales se conocerán poco después, cuando se hagan públicos el cómputo de los casi 1. 4 millones de papeletas correspondientes al voto anticipado, y que equivale a un tercio del censo total.
Se espera que los resultados definitivos estén disponibles a partir de las 22.00 hora local (20.00 GMT).
Las encuestas pronostican una clara victoria del candidato conservador, Sauli Niinistö, lo que pondría fin a tres décadas de presidencias socialdemócratas, aunque lograría menos del 50 por ciento de los votos y tendría que disputar una segunda vuelta dentro de dos semanas.
Los únicos candidatos con opciones de acompañar a Niinistö en una eventual segunda ronda, según los sondeos, son el diputado verde Pekka Haavisto y el veterano centrista Paavo Väyrynen.
Dada la gran ventaja de Niinistö, la lucha entre ambos aspirantes, virtualmente empatados en segunda posición, va a acaparar el interés de la jornada una vez comience el escrutinio.
Aunque la Jefatura del Estado sigue siendo el cargo más prestigioso en la política finlandesa, los poderes del presidente ya no son tan amplios como hasta hace sólo una década.
A finales de los años noventa, una reforma constitucional recortó buena parte de las atribuciones del presidente, incluida la política europea, y se las entregó al Parlamento y al Gobierno.
Esta enmienda eliminó la antigua potestad del presidente de proponer al primer ministro y otros miembros del Gobierno, y anuló en la práctica la posibilidad de vetar leyes aprobadas por el Parlamento.
Además, la política exterior dejó de estar liderada en exclusiva por el Jefe de Estado y pasó a ser competencia del presidente de la República, el Gobierno y el Parlamento.
Sin embargo, la ambigüedad de esta fórmula causó ciertos problemas durante el mandato de la anterior presidenta, Tarja Halonen, al no especificar quién tiene la última palabra en caso de que no exista consenso en política exterior entre las tres instituciones.
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