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NUEVA YORK, Estados Unidos, dic. 6, 2011.- Cada vez resulta más raro en Nueva York ver a alguien usando los teléfonos públicos, los que durante décadas fueron indispensables para millones de personas viviendo y trabajando en una ciudad en gran medida pública y peatonal.
El teléfono público podría ser ya un objeto del pasado. De los 45 mil aparatos que había por toda la ciudad en los años 80, hoy solamente quedan 13 mil 600 y de éstos, casi la mitad están en las calles, ocupando el espacio muy valioso de esquinas e intersecciones.
Únicamente perduran cuatro teléfonos públicos con cabinas y puertas de cristal ubicados todos en la Avenida West End y las calles 66, 90, 100 y 101, donde los vecinos han hecho campaña para que no los eliminen de su barrio.
Estos artefactos cubiertos en muchos casos por graffiti y publicidad de todo tipo envejecen hoy en silencio y soledad como reliquias de un era pasada. Un niño no sabría quizás identificar lo que es ni mucho menos cómo funciona.
La mayoría de los teléfonos públicos de la Gran Manzana no funcionan. Una encuesta hecha por el Community Board 1 y el 34th. Street Partnership District, indica que el 60% de los teléfonos públicos están permanentemente fuera de servicio.
Las autoridades, compañías telefónicas y diseñadores urbanos suman talento y energía para concebir una nueva generación de teléfonos públicos afín con los tiempos y necesidades del neoyorquino. Los nuevos aparatos estarán equipados con pantallas interactivas que responderán a mensajes de voz, facilitarán acceso a información y tendrán salidas eléctricas para cargar artefactos electrónicos.
"Hoy es obvio que los teléfonos públicos se usan para promover publicidad y no para comunicar a la gente", comenta Christine Berther, directora de CB 4 Transportation Planning Committee, quien también subraya que los actuales teléfonos públicos ocupan demasiado espacio y sirven de imán a la actividad criminal como tráfico de drogas, consumo ilícito de bebidas alcohólicas y actividad sexual.
La ciudad tiene un contrato que expira en 2014 para dar servicio a estos teléfonos con Verizon y otras compañías de telecomunicaciones. Mientras esto ocurre, la innovadora propuesta del nuevo teléfono público del diseñador Ignacio Ciocchino, quien también ha diseñado bancas y basureros públicos en Manhattan, se estudia y se evalúa con buenas expectativas.
La visión del equipo creativo de Ciocchini es la de una cabina telefónica esbelta, elegante, trasparente y modular que albergue un sencillo aparato electrónico de comunicación en forma de un teléfono tradicional pero con una pantalla sensible a comandos de voz que eliminarían el uso de una aparato auricular. La propuesta permite también que la cabina se use para difundir publicidad pero a través de paneles digitales arriba de las cabinas, a unos dos metros y pico de altura afín de no interferir e interceptar la visión de peatón.
Asimismo, entre los planes de renovación de este servicio público está el de liberar el valioso espacio de la aceras removiendo los viejos teléfonos, ya que los nuevos serán mucho menos en número y mucho menos aparatosos en cuanto a forma, diseño y funcionalidad.
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