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PARÍS, Francia, jun. 14, 2011.- La presidenta del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, hija del veterano líder extremista, tachada por sus enemigos de xenofoba y racista, se convirtió en la reina de los sondeos para las elecciones presidenciales francesas del 2012.
Una encuesta revela que Le Pen ganará la primera vuelta de dichos comicios con un 23 por ciento de los votos, por delante del candidato socialista y el actual jefe de Estado, Nicolás Sarkozy.
Los temas favoritos de la ultraderecha francesa no han cambiado: la identidad nacional, los extranjeros, la delincuencia, la inmigración, el lugar del Islam en el país, el laicismo.
Lo que ha cambiado -dice Marine Le Pen- es la época, marcada, según ella, por "la opresión del desorden" que vive Francia, necesitada más que nunca de "un Estado fuerte, independiente y soberano".
La líder del FN, candidata favorita de la clase obrera, se lanza a la búsqueda de nuevos electores consciente de las divisiones cada vez más visibles en el seno de las dos principales fuerzas políticas del país: la gobernante UMP (Unión por un Movimiento Popular) y el PS (Partido Socialista) que acaba de enterrar políticamente a su antaño brillante figura, el ex-patrón del FMI, Dominique Strauss-Kahn, acusado formalmente de agresión sexual en Nueva York.
Marine Le Pen, de 42 años, abogada, dos veces divorciada y madre de tres hijos quiere mostrar que los valores patrióticos y tradicionales que defiende desde hace décadas su formación no riñen con la modernidad.
Recientemente la líder del FN propulsó la iniciativa contra la doble nacionalidad existente en Francia. A través de una carta dirigida a los 557 diputados de la Asamblea Nacional, Le Pen advirtió que poseer dos nacionalidades pone en riesgo la cohesión republicana; amenaza la asimilación de los franceses provenientes de la inmigración , y aleja de la patria a los franceses que se mudaron al extranjero donde a menudo se sienten tentados a incurrir en flagrantes contradicciones. Para la nueva estrella de la derecha francesa conseguir la nacionalidad debe implicar un compromiso emocional y muy personal con Francia, nunca limitarse a la distribución de pasaportes.
A Marine Le Pen le gusta dar ejemplos extraídos del ámbito deportivo, y más concretamente de los estadios de futbol galos en los que muchas veces se han visto escenas protagonizadas por jóvenes franceses binacionales que ondean banderas de su país de origen o, peor aun, chiflan la Marsellesa.
El pasado mes de mayo el futbol galo se vio sacudido por un gran escándalo cuando se filtraron a la prensa una supuesta conversación grabada en secreto en la que varios altos mandos de la Federación Francesa de Fútbol sugerían limitar el número de jugadores con doble nacionalidad; se llegó a decir que los potentes atletas negros de origen africano o antillano invaden la cancha cerrando las puertas a los nada menos talentosos jugadores blancos.
La polémica está servida.
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