Realeza británica practicaba el canibalismo medicinal

Por Horacio Rocha Staines | Fuente: Noticieros Televisa | 2011-06-01

Un nuevo libro revela que en el siglo XVIII era común beber o untarse grasas humanas, carne, huesos, sangre, piel y cerebros, práctica conocida como canibalismo medicinal

LONDRES, Inglaterra, jun. 1, 2011.- Por siglos se ha manejado en Europa el 'barbarismo' que predominaba hace siglos en sitios como Latinoamérica y África, sobre todo en lo que se refiere a sacrificios humanos o canibalismo.

Pero un nuevo libro que será publicado en Inglaterra titulado 'Momias, Caníbales y Vampiros', investiga la práctica de comer restos humanos en el Viejo Mundo, y más que eso, la costumbre que tenían las altas esferas, incluida la monarquía británica, de lo que el autor, el doctor Richar Sugg, ha calificado de 'Canibalismo Medicinal'.

EL CUERPO HUMANO COMO MEDICINA

Mientras se denunciaba la práctica del canibalismo en el Nuevo Mundo, millonarios y miembros de la realeza como el rey Charles II y la Reina Mary se aplicaban, bebían o se untaban grasas humanas, carne, hueso, sangre, piel y cerebros humanos.

'El cuerpo humano ha sido usado por mucho tiempo como agente terapéutico', insiste el doctor Sugg, de la Universidad inglesa de Durham.

'El Canibalismo Medicinal no sólo fue practicado en la Europa medieval, sino que sobrevivió incluso hasta el siglo XVIII. Naturalmente hoy día vemos esta práctica como algo anti-ético', añade Sugg

EJEMPLOS

'Cuerpos y huesos eran extraídos de tumbas egipcias y cementerios en Europa. No sólo eso, en el siglo XVIII una de las cosas que más se importaba desde Irlanda a Inglaterra eran cráneos humanos', señala Sugg.

El libro da varios ejemplos, que van desde Alemania hasta Escandinavia, Gran Bretaña y Francia, Italia, Holanda e Irlanda.

En 1649, el rey Carlos I fue decapitado en Londres. Existe una pintura donde la gente limpia la sangre del monarca con pañuelos. Ésta, dice Sugg, fue utilizada para tratar varias enfermedades, como la epilepsia.

Esto, de hecho, era una práctica común con criminales. Al ser decapitados, mucha gente, pobre en su gran mayoría, se acercaba al patíbulo y llegaba incluso a beber la sangre directamente de la fuente: el cadáver.

Sugg habla de cómo el renombrado autor Hans Christian Andersen (El Patito Feo, La Sirenita) vio cómo en Dinamarca, padres de familia llevaban a sus hijos enfermos a beber sangre del patíbulo de una decapitación.

Otro ejemplo que da el libro es sobre un caso en Alemania, donde 'un vagabundo, en el siglo XVI, tomó en sus manos la cabeza del ajusticiado y bebió la sangre que caía de la herida'.

 

 

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