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CIUDAD DEL VATICANO, abr. 24, 2011.- El Papa Benedicto XVI celebró esta mañana la misa de Pascua en la Plaza de San Pedro del Vaticano con un recorrido en 'papamóvil', desde donde saludó a más de 100 mil personas congregadas para la ocasión.
Desde temprano los fieles hicieron largas filas para ingresar a la plaza que abrió sus puertas a las 08:30 horas local, mientras que la celebración comenzó a las 10:30, con el recorrido del pontífice a bordo del vehículo blanco.
La misa de Pascua es una de las más importantes del calendario litúrgico católico y al final de la misma, el obispo de Roma dirigió la bendición 'Urbi et orbi' (a la ciudad y al mundo) tras la cual pronunció felicitaciones en más de 60 idiomas distintos, desde los más usados como el inglés y el español, hasta lenguas poco conocidas como guaraní e hindi.
MENSAJE DE PASCUA
El Papa inició sus saludos con un mensaje a los hombres y mujeres de Roma e Italia.
'El señor resucitado despierte en los individuos, en las familias y en las comunidades un deseo aún más grande de unidad y de concordia. Poned vuestra confianza en la fuerza de la cruz y de la resurrección de Cristo, una fuerza que sostiene cuantos se empeñan generosamente por el bien común', dijo.
'Os deseo a todos una buena y feliz fiesta de Pascua, con la paz y la alegría, la esperanza y el amor de Jesucristo Resucitado', auguró el pontífice al saludar en español.
Benedicto XVI también imploró hoy, en su mensaje de Pascua, la paz para los países que viven conflictos violentos en el mundo centrando su atención en Libia, Costa de Marfil, Medio Oriente y el norte de África.
El pontífice aseguró que el anuncio de la Resurrección de Jesús, que celebra este día la Iglesia Católica, sigue vigente incluso en la actual era de comunicaciones tecnológicas.
Según Joseph Ratzinger la alegría por la Pascua provoca regocijo en el cielo pero lamentó que en la Tierra no ocurra lo mismo porque todavía existen lamentos y clamor que provienen de muchas situaciones dolorosas: miseria, hambre, enfermedades, guerras y violencias.
Aseguró que Jesucristo murió para redimir la historia, por ello transmitió ese mensaje a los pueblos y las comunidades que sufren 'un tiempo de pasión', para que el resucitado les abra el camino de la libertad, la justicia y la paz.
'Que el fulgor de Cristo llegue también a los pueblos de Oriente Medio, para que la luz de la paz y de la dignidad humana venza a las tinieblas de la división, del odio y la violencia', indicó.
'Que en Libia, la diplomacia y el diálogo ocupen el lugar de las armas y, en la actual situación de conflicto, se favorezca el acceso a las ayudas humanitarias a cuantos sufren las consecuencias de la contienda', agregó.
El líder católico llamó a que en los países del norte de África y de Oriente Medio, todos los ciudadanos se esfuercen en promover el bien común, por construir una sociedad en la que la pobreza sea derrotada y toda decisión política se inspire en el respeto a la persona humana.
También solicitó la solidaridad de todos con los refugiados que provienen de diversos países africanos y se han visto obligados a dejar sus afectos más entrañables, en referencia a la ola de migración ilegal que ha azotado Europa en las últimas semanas.
'Que se recomponga la convivencia civil entre las poblaciones de Costa de Marfil, donde urge emprender un camino de reconciliación y perdón para curar las profundas heridas provocadas por las recientes violencias', deseó.
'Y que Japón, en estos momentos en que afronta las dramáticas consecuencias del reciente terremoto, encuentre alivio y esperanza, y lo encuentren también aquellos países que en los últimos meses han sido probados por calamidades naturales que han sembrado dolor y angustia', apuntó.
Como es tradición desde 1985, la Plaza de San Pedro fue adornada con flores holandesas, entre las cuales destacaron las azaleas y los tulipanes.
En el atrio de la Basílica dominaron los colores blanco y amarillo, oficiales del Estado Vaticano.
La decoración, encargada al compositor Charles van der Voort, incluyó mil 700 rosas de color crema para la logia central de la Basílica de San Pedro, desde donde imparte la bendición 'Urbi et orbi'.
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