Lima y el DF, ciudades en stress por el tráfico

Por Ricardo Burgos /corresponsal | Fuente: Noticieros Televisa | 2011-04-12

El corresponsal de Noticieros Televisa en Perú hace un comparativo del tráfico entre Lima y el DF, dos metrópolis 'stressadas' por el tráfico

FOTO: cpampa.com

LIMA, Perú, abr.12, 2011.-Desde el aire la vista del Distrito Federal es imponente. Más aún cuando los vuelos internacionales arriban a la capital mexicana en horas de la madrugada. Nada más espectacular. Parece un enorme nacimiento de luces brillantes, una interminable travesía sobre un manto luminoso.

Ya  en tierra, uno de los primeros contactos del visitante con la gran ciudad de 20 millones de habitantes es el servicio de taxis. En el Aeropuerto Internacional Benito Juárez existe una ordenada  y  variada oferta de transporte colectivo. Los precios están regulados por el recorrido. No hay temor de subir a alguna de esas unidades. Sus conductores tienen un tarjetón que rápidamente los identifica y uno sabe que paga lo justo.

Fuera del aeropuerto empieza lo bueno.

La enorme capital, el gigantesco Distrito Federal, empieza a mostrar las fauces de su mundialmente famoso y caótico tráfico. Según las autoridades, operan 105 mil taxis de manera legal. Otros 20 mil no tienen autorización. Son fácilmente identificables y la mayoría llevan taxímetro.

No sé si la estadística está actualizada, pero da la impresión que son más taxis lo que están circulando en las calles del Distrito Federal.

En Lima, una metrópoli de ocho millones de habitantes, el tráfico provoca un gran estrés tanto al conductor como al peatón, y es que los limeños son famosos por conducir mal y las calles de la ciudad son estrechas y con muchos huecos, además que las unidades motorizadas del servicio público son antiguas y no se usa taxímetro.

Tanto en Lima, como Bogotá y Quito hay que regatear con los conductores antes de abordar un taxi. De lo contrario, podría pasarle el insólito caso de una turista norteamericana que al llegar al aeropuerto internacional Jorge Chávez de Lima pagó más de 200 dólares de taxi porque un avispado conductor le dijo que esa era la tarifa aeroportuaria.

O lo que ocurre en Bogotá, donde uno tiene que encomendarse a Dios para que el tráfico esté despejado, evitando así pagar un dineral por movilizarse en taxi. Será por eso que los bogotanos prefieren usar el transmilenio, un sistema de buses con vías exclusivas que acortan los tiempos de viaje.

En fin, anécdotas de un corresponsal que se moviliza por las capitales sudamericanas.

Pero nada de lo que hemos visto o experimentado sobre un taxi en alguna ciudad de la región se compara a lo que viven cotidianamente los mexicanos.

Imagínense que de los 3 millones de vehículos de transporte que se movilizan diariamente por el DF, un millón 300 mil son unidades particulares. Súmele a eso, los transportes de carga y la también famosa contaminación.

En Lima, por ejemplo, hay horas pico en los que el transporte se hace pesado. Después, uno se moviliza rápidamente. Es cuestión de escoger el momento en el que uno toma un taxi o se sube a su propio vehículo.

Y yo siempre me he sentido agobiado por el tráfico limeño.

Esta semana que pasó, me tocó, sin embargo, movilizarme por las calles de México durante una visita de trabajo.

La verdad es que me pregunto cuándo se calcutizó el transporte masivo en el DF. Y eso que aquí hay metro, un maravilloso sistema de transporte masivo del que carecen por igual Lima, Bogotá y Quito.

Mi viaje del aeropuerto a mi hotel en  la zona rosa, al promediar las siete de la mañana, que durante años hice en recorridos que no excedían los 30 o 40 minutos,  se convirtió esta vez en un pandemonium de hora y media. Casi el tiempo de vuelo, entre Lima y La Paz o Lima y Quito.

Otros recorridos más pequeños fueron igual de agobiantes y apabullantes. Las filas de vehículos parados sobre la calzada eran una visión fantasmagórica.Y casi nadie se inmuta, muchos conductores escuchan música a todo volúmen, otros leen diarios y algunos se lamentan que la vida esté dura.

Y mientras tanto, el inexorable taxímetro sigue marcando el precio del servicio.

Un conductor de taxi le echó la culpa del caos a los trabajadores que protestan en las calles e interrumpen el tránsito. Otro, dijo que los fines de semana en México son la sinfonía de la anarquía. Todos salen a festejar, el tráfico se hace insufrible.

Me preguntaba como hace un mexicano para llegar a tiempo a una cita, a su  trabajo, en fin a cualquier sitio. Un veterano chofer de taxi respondió: "Aquí, todos llegan tarde. De lo contrario hay que salir de las casas con por lo menos dos horas de anticipación".

A bordo de un taxi, sufrí lo que sufren a diario los mexicanos. Su tráfico es apabullante.

Por eso cuando llegué a Lima, me sentí aliviado. No importa que los taxis no tengan taxímetro, menos que conduzcan como locos o que las pistas estén llenas de huecos. Y tampoco ya no me siento estresado cuando los conductores hacen sonar inmisericordemente sus bocinas.

Cualquier cosa es un mal menor, si lo comparo con el tráfico asfixiante de las calles del Distrito Federal.

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