Prostitución en la frontera México-Guatemala

Para las mujeres que ejercen la prostitución en Tecún Umán, Guatemala, el Día Internacional de la Mujer fue un día cualquiera

TECÚN UMÁN, Guatemala, mar 9, 2011.- A Tecún Umán, población fronteriza con Ciudad Hidalgo, en el estado de Chiapas, México, le llaman cosmopolita por la gama de personas originarias de varios países que permanecen en espera de cruzar la frontera, en su camino hacia los Estados Unidos.

La ciudad, localizada a 125 kilómetros de la capital de Guatemala, tiene varios rostros.

Durante el día decenas de personas caminan por sus calles en busca de quien los pueda cruzar hacia el otro lado del río Suchiate y los traslade hasta la frontera norte.

Pero en las noches se transforma; los altos niveles delincuenciales que se registran en esta ciudad hace que los pobladores nativos de Tecún Umán, se encierren en sus casas. La noche es aprovechada para la actividad delincuencial, relatan.

La falta de luz en la mayoría de las calles y la poca presencia policial, hacen propicia a la noche para que los grupos criminales avancen en sus actividades, una de ellas la prostitución.

No se conoce el número de mujeres que se dedican a vender su cuerpo, pero eso sí, muchas lo hacen porque aquí vieron truncado su viaje hacia los Estados Unidos, se quedaron sin recursos y sin nadie que las ayude.

Marisela, es una mujer nicaragüense que salió de su país hace poco más de cuatro meses relata que el coyote o pollero (como se les conoce a los traficantes de personas) la dejó abandonada en la habitación de un pequeño y maloliente hotel.

Pasada una semana fue expulsada de su habitación y sin dinero, no le que quedó más que dedicarse a la prostitución.

Cuenta esta mujer centroamericana que al principio le fue difícil adaptarse a este trabajo, así le llama ella, pero la necesidad de enviar dinero a su país para que sus padres alimenten a sus tres menores hijos hizo que perdiera el miedo de prostituirse.

Para ella en la fecha en que se celebra el Día Internacional de la Mujer, fue igual como todos los que ha pasado en esta calurosa ciudad fronteriza: "nadie está aquí por placer, necesitamos el dinero", así se refiere a las razones que comparte con dos salvadoreñas, cinco hondureñas, otras guatemaltecas y mexicanas, a quienes conoció en el bar donde trabaja desde hace ciento veinte días.

Agrega Marisela:

"Pues que aquí estoy haciendo mal con trabajar porque estoy vendiendo mi cuerpo, pero el problema son los papeles, aquí si no se cuentan con papeles no hay trabajo" .

Alrededor de doscientos pesos diarios son sus ingresos, de ellos la mitad los envía a través de los sistemas de transferencias bancarias, cada semana a sus país, Nicaragua.

Otra parte está ahorrando para reunir los cinco mil dólares que, le dicen, cobran para llevarla con seguridad hasta la otra frontera, la que comparte México con los Estados Unidos.

Este relato ejemplifica el drama de la prostitución que se ha derivado de la migración centroamericana y donde los prostíbulos se multiplican bajo el cómplice silencio de las de las autoridades fronterizas.