Agenda bilateral suave

Por Arturo Mendoza y Diego Angeles | Fuente: Foreign Affairs Latinoamérica | 2013-07-17

Peña Nieto saluda a Obama

El poder de la diplomacia pública y los intercambios educativos y culturales entre México y Estados Unidos.

Con la última visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a México, los estudiosos de la relación bilateral debemos considerar el papel estratégico que la diplomacia pública juega como catalizador de la dinámica entre ambos países. Tradicionalmente, la agenda México-Estados Unidos ha reflejado los intereses de ambas partes en dos temas fundamentales: migración y seguridad, temas propios del poder duro (hard power) de acuerdo con Joseph Nye. Si bien las estrategias bilaterales encaminadas al fortalecimiento de este tipo de poder, en donde el ejército y el armamento son temas fundamentales, prosperaron en gran parte del siglo pasado, actualmente, la interdependencia que existe entre ambas naciones obliga a repensar los medios que utilizan para definir dichas estrategias. Así, tanto México como su vecino del norte deben repensar la manera en la que enfrentan los problemas que aquejan a sus sociedades. Para esto deben considerar que la dinámica internacional ha cambiado a favor de los ciudadanos, que sus intereses no son necesariamente incompatibles y que existen escenarios en los que ambos países puedan resultar ganadores.

Asimismo, para mejorar los esquemas de cooperación bilateral y avanzar en agendas conjuntas de las que ambas partes se beneficien, México y Estados Unidos deben hacer frente a un par de obstáculos: en primer lugar, una imagen distorsionada y mal fundamentada del vecino y en segundo lugar, una falta de entendimiento a nivel cultural del otro. Estos dos elementos impactan negativamente en la formulación de políticas y en la toma de decisiones en la agenda bilateral. Un ejemplo de lo anterior es la existencia de ciertos estereotipos de "lo mexicano" que abundan en los medios de comunicación estadounidenses que van desde inmigrantes relacionados al mundo del narcotráfico hasta ciudadanos altamente corruptos y holgazanes. Recientemente, Simon Anholt ha hablado sobre este mismo tema, haciendo hincapié en la mala imagen de México en el mundo, como consecuencia de la violencia e inseguridad desatadas en el país a raíz de la lucha contra el narcotráfico, durante la administración federal del entonces presidente Felipe Calderón. Esta imagen resulta exagerada y es sacada de contexto por el imaginario colectivo estadounidense en parte por el enfoque pernicioso que los medios de comunicación de Estados Unidos han puesto en la lucha contra el narcotráfico.

Para hacer frente a este problema y avanzar hacia una agenda más integral en sintonía con los nuevos tiempos, la diplomacia pública se presenta como una herramienta de comunicación de alto potencial benéfico para la relación entre México y Estados Unidos. En este sentido, los intercambios educativos a nivel internacional, actividad propia de la diplomacia pública, pueden ser un excelente instrumento para fomentar una imagen más clara de las realidades presentes en cada país y de esta manera, permita la formulación de políticas basadas en la cooperación y la negociación, antes que en la confrontación y la imposición. De igual forma, la diplomacia pública es un canal de trabajo que puede redituar beneficios de mediano y largo alcance. Como veremos más adelante, ya existen iniciativas gubernamentales concertadas por ambos países, como el programa Jóvenes en Acción, que pueden derivar en el desarrollo de mejores y prósperas condiciones para mexicanos y estadounidenses.

Inicialmente, trataremos el tema del poder suave o poder blando (soft power), concepto que nos ayudará a entender las estrategias del siglo XXI con las que un gran número de países está sustentando su política exterior y logrando sus intereses. Posteriormente, comprenderemos el escenario sobre el que se desarrolla la actual diplomacia pública y continuaremos con una revisión somera de las diferentes iniciativas de ésta que ya existen en la agenda bilateral y que requieren ser reforzadas por ambos países para así explotar los beneficios que se pueden obtener de ambos lados de la frontera.

 

¿Qué es el poder suave?

El concepto poder suave fue concebido a principios de los años noventa por el académico estadounidense Joseph Nye para referirse a aquellas capacidades y recursos con los que cuentan los Estados que trascienden a la lógica de la coerción, el castigo o el chantaje como principales vehículos de poder en la arena internacional.

Tradicionalmente, el poder ejercido por los Estados-nación era entendido como la capacidad militar y económica de un país para la consecución de la seguridad territorial y sus intereses nacionales. Esto es lo corresponde a poder duro.  Un ejemplo de lo anterior lo encontramos en las guerras, las invasiones o las sanciones económicas aplicadas a un país como medios para ejercer poder y dictaminar el rumbo del escenario internacional. En contraposición, el poder suave define un tipo de poder que permite influir sobre las decisiones y el comportamiento de los demás Estados, así como en los acontecimientos globales, esto a través de recursos menos tangibles, en comparación con los recursos del poder duro, como son los niveles de prosperidad económica, el nivel educativo de los habitantes, la capacidad tecnológica y la promoción y práctica de valores hoy reconocidos como universales (democracia, derechos humanos y protección del medio ambiente, por ejemplo), entre otros. La finalidad del poder blando es, de acuerdo con el autor del concepto, "lograr que los demás deseen lo que uno desea", es decir, que los países se sumen a los intereses y acciones de otro, como consecuencia de su capacidad de atracción.

Para seguir leyendo este artículo da clic aquí

Te recomendamos»

Haz de noticieros tu página de incio

[[user.name]]

@[[user.screen_name]]

[[text]]

Noticieros televisa en facebook

[[from]]

[[description]]

[[date|date 'DD/MM HH:mm']]