Un grupo de veintiocho académicos de México y Estados Unidos ha analizado las condiciones de bienestar y vulnerabilidad de los migrantes mexicanos en este último país y a su regreso a México. La migración es el tema mejor estudiado (y seguramente el que produce más publicaciones) en la relación México-Estados Unidos. A pesar de esto, nadie previó que a partir de 2009 la migración neta de mexicanos a Estados Unidos se aproximaría a cero. Este artículo no intenta explicar las causas de este descenso de emigrantes y el incremento de migrantes de retorno. Lo que aquí se detallan son las implicaciones de los nuevos patrones de migración entre México y Estados Unidos, y de los nuevos perfiles de la población migrante, para cuatro áreas de la política pública: empleo, educación, salud y seguridad pública y ciudadana.
LAS NUEVAS DINÁMICAS MIGRATORIAS
La migración de mexicanos a Estados Unidos se encuentra en el nivel más bajo de los últimas 4 décadas. La explicación numérica es que han partido menos personas de México. El flujo documentado y la cantidad anual de visas de residencia otorgadas a mexicanos no han bajado. Lo que ha descendido es la población indocumentada mexicana en Estados Unidos, tanto en términos absolutos como relativos. Además, hay más mexicanos que usan programas de trabajadores temporales, y esto ha favorecido que los flujos ocurran dentro de cauces legales. Mientras que en 2000 los cruces de indocumentados daban cuenta de tres cuartas partes de la migración neta, en 2013 sólo representan un tercio.
Por otra parte, en México, de acuerdo con el Censo de 2010, la cantidad de mexicanos que habían regresado de Estados Unidos en el curso de los últimos 5 años nunca había sido tan grande. Mientras que en 2005 fueron 230 000, en 2010 fueron 980 000; es decir, el retorno se cuadruplicó en 4 años.
¿Esto quiere decir que hay un éxodo masivo de mexicanos de Estados Unidos? No. Lo que parece suceder es que, después de la crisis económica en el vecino país y del recrudecimiento de las penas a los indocumentados, quien regresa a México ahora tiende a quedarse en su país, lo que no sucedía antes de 2005. En buena medida, junto con estos mexicanos, ingresa a México otro grupo de nacidos en Estados Unidos, que la mayoría de las veces son hijos, cónyuges u otros parientes de los migrantes de retorno. Según el Censo de 2010, este grupo constaba de 739 000 personas nacidas en Estados Unidos, es decir, más del doble de las detectadas en 2005. Resulta de suma importancia observar que la mayor parte (77%) son menores de edad, cuyas necesidades educativas tienen que atenderse en México.
Los migrantes no retornan a su pueblo natal. Cada vez con más frecuencia, regresan a localidades mexicanas donde crece el empleo. No se debe, pues, pensar necesariamente en desarrollar los pueblos de origen, sino en reincorporar la fuerza de trabajo con experiencia en distintos sitios de México, incluyendo las grandes ciudades.
Así, mientras que en Estados Unidos la población de nacidos en México no crece, en México la cantidad de migrantes de retorno y la cantidad de nacidos en Estados Unidos es mayor que nunca. Ambos países tienen población propia en el otro país, aunque cada población es de muy distinto tamaño: 11.5 millones de nacidos en México que viven en Estados Unidos hacia 2012, y los ya mencionados 739 000 que viven en México en 2010.
EMPLEO
Los mexicanos en Estados Unidos vieron mejorar sustancialmente sus empleos y sus ingresos en el período de 2000 a 2007. La proporción de adultos empleados en edad laboral era mayor, y la de desempleados, menor, comparadas con otros grupos de la misma edad en Estados Unidos. A partir de 2008, sucedió lo contrario: hubo más desempleo e ingresos con mayores caídas que otros grupos.
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