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CIUDAD DE MÉXICO, México, jul. 15, 2013.- ¿Le preocupa más la calidad de los alimentos que el placer de comerlos?
¿Emplea mucho tiempo en leer los contenidos y nutrientes de productos envasados antes de comprarlos?
Si comer sano le obsesiona, podría sufrir de un trastorno conocido como Ortorexia.
"Toman más de tres horas al día en planear su menú, en conseguirlo, incluso en prepararlo. Cuando el trastorno llega a ser ya francamente una alteración psiquiátrica es cuando el paciente o la persona no quiere hacer otra cosa, alguna otra actividad recreativa, incluso laboral o familiar además de estar planeando su dieta", explica Sandra López, miembro del Comité de Soporte Nutricional del Hospital General de México.
Comienza como un hábito alimenticio saludable, que poco a poco se convierte en una obsesión.
La Organización Mundial de la Salud estima que la Ortorexia afecta al 28% de la población de los países occidentales.
Se presenta principalmente en adolescentes, mujeres jóvenes, deportistas, fisicoculturistas o personas obsesionadas con la imagen corporal.
A las personas ortorexicas no les preocupa la cantidad o el tamaño de las porciones, sino la calidad de los alimentos que van a consumir.
Comienzan a limitar la alimentación siguiendo una dieta que excluye la ingesta de carne roja, huevos, azúcares, lácteos y grasas.
Así como los alimentos cultivados con pesticidas, herbicidas o fertilizantes que pueden dañar el organismo.
"Toma dietas muy restrictivas, lo cual lo lleva a falta de ingesta de vitaminas, de oligometales, de algunos nutrientes específicos. Lo lleva a estados alterados de la nutrición o incluso a desnutrición. Puede llevar a algunas personas que ya tienen ciertas tendencias obsesivas a anorexia", señala la especialista del Hospital General de México.
Este padecimiento provoca aislamiento social, sentimientos de culpabilidad al ingerir alimentos no sanos e incluso a preferir el ayuno.
El tratamiento de la Ortorexia debe combinar la terapia psiquiátrica con la farmacológica.
Seleccionar los alimentos que ingerimos es recomendable y sano, siempre y cuando no llegue a convertirse en una obsesión.
REB
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