Colocan con éxito primer corazón artificial

Éste es el primer latinoamericano, en la historia que camina gracias a un corazón artificial, y es mexicano

CIUDAD DE MÉXICO, México, mayo. 28, 2013.- Hace varios años, Salvador Pérez fue diagnosticado con insuficiencia cardiaca.

Le realizaron distintos tratamientos, pero su corazón continuaba deteriorándose.

Después de varios estudios, los médicos descartaron la posibilidad de un trasplante.

Médicos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) decidieron implantarle un corazón artificial.

"Se coloca un dispositivo artificial como sustituto a un corazón humano. No se necesita trasplantar. Hace las funciones del corazón y el paciente con esto hace su vida normal", explica el doctor Moisés Calderón, director del Hospital de Cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI.

Esta es la primera vez que en América Latina, se coloca un aparato de este tipo. El beneficio es similar al de un trasplante.

En conferencia de prensa, médicos del IMSS detallaron que se trata de un corazón artificial que va dentro del cuerpo del paciente y funciona con baterías que se llevan por fuera, para poderlas cambiar, por lo menos cada 20 horas.

Aseguraron que no alcanzarían todos los trasplantes posibles para resolver la cantidad de pacientes con esta enfermedad. Es por ello que esta alternativa significa una nueva esperanza de vida.

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en todo el mundo. Se calcula que en México son diagnosticados entre 45 y 50 mil pacientes con insuficiencia cardiaca al año.

"Antes la única alternativa que existía era el trasplante, ahora se hacen cerca de 500 implantes de esta naturaleza en el mundo al año siendo Estados Unidos y Europa probablemente el 90 por ciento de los países que ocupan estos números", señala el especialista del Hospital de Cardiología.

Ya sea por edad o por tener alguna enfermedad asociada que lo contraindica, no todos son candidatos a este tipo de implante.

La intervención se realizó hace seis meses y Salvador Pérez, de 68 años, hoy puede contarlo: "El impacto que ha tenido en mi vida ha sido de manera positiva. Mi vida, no tengo el temor al otro día si el organismo seguirá ateniendo mis riñones, mis pulmones mi hígado. Entonces para mí ha sido magnífico. Puedo convivir con mi familia como cualquier gente, viajar, ir, venir".

Gracias a esta tecnología, el corazón de Salvador ha vuelto a bombear sangre y con ello vida.

REB