Con las alas rotas: el caso de Miguel

Por Santos Mondragón | Fuente: Noticieros Televisa | 2013-05-09

Miguel

Miguel Baeza es uno de los muchos jóvenes en México que no encuentran empleo y tienen que trabajar en la informalidad

CIUDAD DE MÉXICO, México, mayo 9, 2013.- Miguel Baeza tiene 20 años de edad, vive en el Municipio de Chalco, Estado de México. Desde hace varios meses le ayuda a su padre en la compra-venta de fierro viejo y desperdicios industriales.

"Primero me levanto y desayuno. Nos salimos como a las 6, 6:30 de la casa, preparamos la camioneta, subimos nuestra herramienta y nos vamos según al lugar que sea. Ya ponemos la grabación y nos ponemos a comprar hasta que caiga algo", comenta Miguel.

En los últimos días Miguel no siente bien,  su rostro refleja tristeza y frustración,  anda ?con las alas rotas?.

"Pienso que necesito encontrar un trabajo donde me paguen mejor", dice Miguel.

Y es que Miguel terminó la carrera técnica en Ingeniería Automotriz, pero nadie le da empleo.

"Ha corrido con mala suerte porque ha ido a solicitar algunos empleos y pues le pagan cualquier cosa y yo pienso que, bueno, ¿De nada sirve estudiar?", apunta Lourdes Meda, abuela de Miguel.

La capacitación y el nivel de estudios que recibió Miguel, de poco o nada le sirven en el oficio de regatear el precio de las lavadoras, refrigeradores y colchones que ya nadie quiere.

"Me bajo y  voy a preguntarle a la gente y voy a ver qué es y ya ofrezco y ya hago el trato. Yo le digo la verdad que no se le gana mucho a eso", dice Miguel.

Las ganancias ya no son como antes. Domingo, el padre de Miguel, sacó adelante a cuatro hijos con la compra venta de desperdicios.

"Con primaria y con unos años ya encima ya no, ya en ningún lado lo aceptan a uno y dije: pues, aquí está. Aquí puedo sacar a mis hijos trabajando duro, de sol a sol", relata el señor Domingo Josue Baeza.

En los últimos dos años aumentó la competencia. Domingo dice que cada vez hay más camionetas con historias en su interior, similares a la de él: "padres trabajando con hijos que truncaron sus estudios o terminaron una carrera, pero no hay empleo. El trabajo informal fue el único camino".

Son las cinco de la tarde, fue un día regular para Miguel y su padre. La compra del día: tres colchones viejos, una lavadora, tres televisores, varias láminas, dos videocaseteras y cascarones de computadoras. La mayoría la venden en el depósito, se las compran por kilo.

Los aparatos electrónicos como videocaseteras y televisores son desmantelados para extraer el cobre.

"Lo revisamos, y si llegan a encender o algo, a lo mejor las podemos vender en algún otro lado, las teles la mayoría de las veces no sirven y las tenemos que destruir igual, pero les sacamos otro material diferente, el cobre nada más", relata Miguel.

Domingo padece diabetes, perdió el 70% de la vista, no quiere que su hijo siga en este trabajo informal:

"Que tuviera una oportunidad mejor que yo, o sea, que tuviera modo de cumplir sus sueños, de lo que tiene, sus aspiraciones  en el estudio, en el trabajo, en su vida".

"Que sí se esforzó mucho, la verdad y pues, tengo que seguir para agradecérselo de alguna forma", dice Miguel.

"Yo quisiera que encontrara por lo menos un trabajo donde pudiera ganar pues, un sueldo que le permitiera salir adelante, para eso estudió, para superarse", pide Lourdes Meda, abuela de Miguel.

Miguel quiere otro empleo, por lo pronto seguirá conectando el altavoz de la camioneta para ganarse la vida.

En México 3 millones 705 mil jóvenes, como Miguel, tienen un empleo informal.

 

 

MACO

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