Tres mexicanos se reúnen con el papa

Por Valentina Alazraki | Fuente: Noticieros Televisa | 2013-04-10

Tres mexicanos se reúnen con el papa

El papa Francisco recibió a tres mexicanos en la residencia de Santa Marta y así cumplió una promesa que hizo dos días antes de que comenzara el cónclave

ROMA, Italia, abr. 10, 2013.- Desde hace dos días, en la habitación del papa Francisco, la 201, de la residencia de Santa Marta, se encuentra un cuadro de la Virgen de Guadalupe que le regalara el cardenal Javier Lozano Barragán y las dos hermanas mexicanas que le atienden, María Eugenia y Estela.

El cuadro tiene una dedicatoria escrita, con una leyenda que dice: "con todo nuestro afecto para el papa Francisco", explica el cardenal Javier Barragán, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, y narra lo que le dijo al pontífice al momento de entregarle la imagen:

"Le dije: mire, recíbalo, recíbelo porque pues, el diablo, así somos, amigos de tanto tiempo. Como una artesanía mexicana donde México se expresa aquí contigo, en la Virgen de Guadalupe. Le gustó mucho. La quiso tomar él también en sus manos y que nos sacáramos una fotografía con él, y con la imagen de la Virgen. Se ve que no es algo de ahora sino siempre ha tenido una simpatía muy especial por México".

El cardenal Lozano Barragán, amigo desde hace 30 años del papa Francisco, al que le sigue llamando Mario, lo animó a visitar México.

"Y le dije, bueno, mira, acaba de ir el papa Benedicto y creo que no lo defraudamos. Así es que, anímate, le dije".

El cuadro fue entregado durante la comida que el papa Francisco le ofreció al cardenal y a las dos hermanas en respuesta a una promesa que le hiciera hace un mes, dos días antes del inicio del cónclave, a la hermana Estela, quien tras atenderlo, al final de una comida, en la casa, le dijo: "si lo eligen papa, nos tiene que invitar a comer al Vaticano".

Al respecto, la hermana Estela, monja mexicana, dice:

"Cuando él entró al comedor, él preguntó, ¿quién fue la monja que me predijo que iba a ser el papa? Entonces, yo le contesté: fui yo Santo Padre. Yo ya le dije, lo felicitamos por su nombramiento como Santo Padre pero también nos duele que tenga que pasar muchos malos ratos. Que quizá muchas espadas traspasarán su corazón como se lo predijeron a la Santísima Virgen, el Simeón. Y dijo: ya, para, no me digas, ya no me estés prediciendo. Ya muchas cosas están empezando".

El cardenal Lozano y las dos hermanas quedaron sorprendidos al ver que en Santa Marta habían preparado una mesa sólo para ellos cuatro.

La hermana María Eugenia destaca:

"Al menos para mí fue una satisfacción, una alegría que no se puede contar así, porque nunca me lo esperaba yo, comer con un papa".

Al papa se le vio muy tranquilo, relajado, sereno, sin ninguna prisa. De hecho, la comida duró dos horas.

"Muy natural, muy sencillo, se dirigía con todos, muy sonriente. Bromeaba de lo que nosotras también, a veces, lo poco que podíamos decir. Bromeaba. Se acordaba cuando venía aquí. Y pues fue una comida totalmente muy familiar. Él en ningún momento quiso sentirse superior a nosotras, al contrario", agrega la hermana María Eugenia.

Durante la comida, en la que tuvieron una entrada de jamón con piña y durazno, tortellini con una crema ligera de queso, pavo con verduras y pastel con helado, el papa y el cardenal tocaron varios temas, incluso reservados.

"Ahí nos dijeron que estábamos ahí comiendo con ellos, pero iban ellos a tratar ciertas cosas que nosotros teníamos que guardar secreto y era secreto pontificio. Entonces yo le dije al Santo Padre, ¿Santo Padre cuál es ese secreto pontificio o cómo es? Y dijo, ¿no sabes? Y le dije, no. No sé cuál es. Y dijo, pues te lo voy a decir. Y dice: es que todo mundo lo sabe y el papa no sabe nada", comenta la hermana Estela.

A la salida, el papa los acompañó hasta la puerta de la residencia de Santa Marta.

"Llegó ahí a la puerta y dijo; bueno, yo nada más hasta aquí porque nada más aquí me dan permiso, ya para allá ya no puedo salir. Entonces, también quiere decir que él también respeta lo que tiene ahí dentro, en sus límites", dice María Eugenia.

El papa se despidió de sus tres invitados con un abrazo y besos, lo que dejó totalmente asombradas a las recepcionistas de Santa Marta, que presenciaron la escena.

 


AAE

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