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ROMA, Italia, ene. 24, 2013.- Los italianos son conocidos por su temperamento. Los indignados que hoy se manifiestan existían ya hace muchos siglos. Su forma de protestar era muy original.
Lo hacían con las llamadas estatuas parlantes, bueno, no eran ellas las que hablaban, sino los romanos que dejaban textos satíricos, criticando a la clase política o eclesiástica. Eran textos anónimos que dejaban en la base de estas esculturas o colgando del cuello.
La moda del siglo XVI ha durado hasta nuestros días.
Durante el gobierno de Silvio Berlusconi, los romanos dejaban muchos mensajes irónicos sobre sus supuestas proezas sexuales. Ahora, el blanco de las críticas es el jefe del gobierno dimisionario Mario Monti.
En el último mensaje, colocado el pasado diciembre, se le pregunta al jefe del gobierno, Monti, si está contento de que casi 3 millones de italianos se estén muriendo de hambre.
No todos comparten esta forma tan original de protesta.
La estatua de Pasquino es la más famosa de las estatuas parlantes. Parece ser que en la época renacentista alguien se dedicaba a dejar ahí, por la noche, cartas escritas en latín, con burlas y críticas a la Iglesia y al Papa.
El ejemplo se difundió y otras cinco estatuas tomaron el relevo de las protestas.
Las seis estatuas, en su mayoría de la época romana, aún se conservan en el centro de la ciudad.
Además de la de Pasquino, está la fuente del Babuino, Madama Lucrecia, Marforio, que están siendo restauradas en los Museos Capitolinos, el Facchino y el Abad Luis.
AAE
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