El 21 de abril de 2010, la ciudad de Brasilia, Brasil, concebida desde su nacimiento como sede de los poderes del país, cumplió 50 años de haber sido fundada. El proyecto fue comandado por el arquitecto Oscar Niemeyer.
Inaugurada por el presidente Juscelino Kubitschek en 1960, la ciudad constituyó un intento por ganar espacios en el centro-oeste de Brasil y permitió el cumplimiento de un mandato constitucional que postulaba liberar del estatuto de capital política y administrativa la ciudad de Río de Janeiro.
Su construcción fue el resultado de un proyecto ideado en 1791 cuando el país aún era colonia portuguesa.
Luego, en 1891, con la promulgación de la primera constitución de la república, se revalidó la propuesta de lo que por muchos años pareció un sueño.
A fines de los años 50, en el casi despoblado Planalto Central brasileño, comenzó a crearse lo que cuatro años después sería la salida al desarrollo de la región y el soporte del país.
Los inicios fueron adversos pero en los años setenta, al estimularse el desarrollo agropecuario y aumentar la población en la región, Brasilia se fortaleció como capital, centro del poder político y la zona urbana más importante de Brasil.
Mientras unos celebraban el trabajo de planificación del urbanista Lucio Costa, así como los logros de su arquitecto en jefe, Oscar Niemeyer, creador de un vocabulario arquitectónico basado en la creatividad con el concreto, las curvas y las columnas, otros criticaban los grandes espacios vacíos, las enormes distancias para ir de un sitio a otro y la monotonía de los edificios estandarizados.
Aunque Niemeyer es considerado el padre de Brasilia, Costa es el autor del plano piloto en forma de ángel o avión.
Brasilia tiene una población de 2 y medio millones de personas, con un 4 por ciento de analfabetismo y, hasta 2003, 37.7 por ciento de pobreza, pero con uno de los mayores ingresos per cápita del país y los más bajos índices de inseguridad.
La capital brasileña, declarada en 1987 por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, dispone de 50 millones de metros cuadrados de áreas verdes.
Según especialistas, si bien fue un acierto en su tiempo, Brasilia requiere hoy de un proyecto para los próximos 50 años.
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