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¿Estaría usted dispuesto a donar su cerebro?
La mexicana Diana Gómez Peña, residente en San Diego, California, acepta el reto.
"Quiere decir que soy la primera en donar un cerebro con características bilingües", explica Diana Gómez Peña, voluntaria del Observatorio del Cerebro.
Nació en la Ciudad de México y emigró a los Estados Unidos hace varios años.
"En la experiencia que les he platicado a algunas personas que doné mi cerebro, se voltean, se evaden, piensan que estoy jugando".
También donó todos sus órganos en un sencillo trámite, al obtener su licencia de conducir en California.
En la Universidad de California en San Diego, visitamos el Observatorio del Cerebro, calificado como uno de los más innovadores del mundo. Que está elaborando el atlas digital del cerebro humano.
Nos recibió el investigador Jacopo Aneese, del Observatorio del Cerebro, de la Universidad de California en San Diego.
"No voy tocando la puerta diciendo estoy aquí por el cerebro, no hago, eso, hablo del proyecto y la gente me llama y me escribe diciendo me gustaría donar el cerebro cuando yo muera y no les digo: tienes que morir en dos años para que sea útil, les digo: te pondremos en el registro y si estás aquí en San Diego, podemos empezar a hacer imagenología, y podemos empezar a crear tu biografía".
El laboratorio de ciencias de la salud, tiene almacenados 50 cerebros a 40 grados centígrados bajo cero. Tanto de personas que destacaron en el arte y la ciencia, como de pacientes que perdieron la memoria o sufrieron parkinson, alzheirmer y SIDA.
El cerebro encierra muchos misterios, no es fácil estudiarlo en vivo, por lo que hay actuar de inmediato cuando muere el donador.
"Si algo pasa, estamos listos para estar ahí y para actuar, y en realidad, muy rápidamente conservar el cerebro, porque tiene que ser en cuestión de horas", detalla Aneese.
El equipo del investigador desarrolló un método de procesamiento asombroso, los cerebros se congelan en forma de cubos, después pasan a una máquina especial que los rebana en miles de delgadísimas láminas, del ancho de un cabello humano.
Un cerebro humano se convierte en más de 2 mil 500 láminas, éstas son colocadas sobre un vidrio, se entintan y quedan listas para ser capturadas e incorporadas a la biblioteca digital del cerebro humano.
El costo para poder realizar este proceso es de 14 mil dólares, desde que se cuenta con el donador, hasta poder obtener estas imágenes digitales de alta calidad, del propio cerebro.
El observatorio del cerebro crea mapas en tercera dimensión, con precisión micrométrica. Todos datos del atlas digital del cerebro, se pueden consultar en forma libre en internet.
El investigador de origen italiano, Jacopo Aneese está preparado para recibir el cerebro de Diana Gómez Peña, pero también anhela tener, cuando llegue el momento, el de uno de los escritores que más admira: el del Premio Nobel Gabriel García Márquez.
"Leí recientemente que Gabriel García Márquez fue diagnosticado Alzheimer, para mí, como anatomista y con el trabajo que yo hago, siento que sería importante conservar el cerebro de quien escribió tantos libros, es la forma en que veo a la gente, pienso en el cerebro, cómo lo está haciendo su cerebro".
El objetivo es entender el comportamiento humano y la evolución de las enfermedades.
"Vengo cada año a que me hagan exámenes sobre mi mente, sobre mi cerebro, sobre mi personalidad, sobre las cosas que vayan sucediendo, con la vejez, como se vaya deteriorando mi vejez, el día de mañana voy a morir y entonces mi cerebro se viene aquí", dice la voluntaria del Observatorio de Cerebros, Diana Gómez Peña.
El anatomista aprovecha la cultura de donación en la sociedad norteamericana, por lo que es optimista en llegar a tener un millar de cerebros humanos en esta singular colección dedicada al avance de la ciencia y la medicina.
La meta: revelar los misterios del cerebro y encontrar la cura a las enfermedades del siglo XXI.
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