Olor a humo, a nixtamal; las manos de las mujeres sobre el metate.
Alrededor del fuego y el comal de barro, el trabajo de las coapeñas.
"Nuestros papás nos enseñaron a moler y así nos ayudamos. Elaboramos las tortillas para ir a vender a Tehuacán. Para vivir pues mejor, tenemos que elaborar las tortillas", dijo Carmen, coapeña.
La mamá, tía y nieta. Mantienen viva la tradición de un pueblo, la identidad de Santa María Coapan, en Puebla.
"Yo tengo 50 años, pero cuando yo nací, pues ya estaba esto de la tortilla", añadió Carmen.
Sus manos convierten en tortillas más de 50 kilos de maíz a diario. Dos mil mujeres comparten la misma labor. Por algo le llaman el pueblo de la tortilla, el lugar de las coapeñas.
"Así las vamos acomodando para que no se quiebren y entonces ya vamos a repartir", explicó Carmen.
Cada día venden a las comunidades cercanas más de tres mil kilos de tortilla. Hogares y negocios de Tehuacán, Puebla, son sus clientes.
A 40 kilómetros del Cuamaxtli está posiblemente el origen milenario de su labor: la domesticación del maíz.
"Estamos en el Valle de Tehuacán, específicamente en la cueva de Coxcatlán, donde en los años 60 Richard McNisch, un eminente arqueólogo norteamericano, hace el hallazgo más impresionante de los últimos años, la mazorca más antigua del mundo, de hace 7 mil años, lo cual ubica a Tehuacán como la cuna del maíz de Mesoamérica y de todo el mundo", señaló Sergio Gómez, cronista de la ciudad de Tehuacán, Puebla.
En esta ladera, entre los angostos caminos de las montañas, se realizó este hallazgo científico.
"¿En qué se basaron los arqueólogos para poder determinar que esta era la mazorca más antigua del mundo? Primero en el carbono 14 y otra cosa, en la estratigrafía. Es el estudio de los depósitos que se han hecho a lo largo de los miles de años en las diferentes capas o estratos de la tierra" aseveró Sergio Gómez.
Siete mil años de historia que trascienden en la labor de los campesinos que siguen arando la tierra. Entre maizales y yuntas, entre surcos y buenas cosechas.
Carmen y Ernesto están a 40 kilómetros de distancia. Aunque no se conocen, sus actividades dependen una de la otra.
"Todavía hay unos que siembran el maíz, uno señores que se dedican a sembrar el maíz y el frijol. De esa zona salen muchísimas toneladas de maíz hacia el centro del país para el sostén de las familias", aseveró Carmen, coapeña.
Así se ha hecho desde tiempos prehispánicos.
"Consecuencia del cultivo del maíz, las primeras civilizaciones comienzan a asentarse en un sólo sitio. El aporte principal para la arqueología Mesoamericana y el mundo es encontrar el origen de la cultura por medio de la agricultura", comentó el arqueólogo Manuel Acosta.
El arqueólogo Richard McNisch recolectó más de 20 mil muestras para el mundo. Esto para sustentar su descubrimiento.
"En sus investigaciones arqueológicas y botánicas empieza investigando desde la Isla de Panick en el círculo polar ártico, cruzando Canadá, Estados Unidos, México, Centroamérica, Sudamérica, continúa en Escocia, continua en Europa, África, llega a China y finalmente llega a la conclusión de que el maíz más primitivo del planeta se encontró aquí, en esta cueva de Cuaxcatlán, perteneciente a Tehuacán, Puebla", dijo Sergio Gómez, cronista de Tehuacán.
Hoy, el maíz es la base de alimentación de México, Centroamérica y de otros países.
"El maíz es el cereal con mayor volumen de producción en el mundo, superando al arroz y el trigo, aportando hasta el 50 por ciento de los requerimientos energéticos y un 60 por ciento proteico", añadió el biólogo Martín Atela.
Estos caminos y estas cuevas abiertas en la montaña, no sólo son testigos de una civilización milenaria, sino de un grano, cuyo símbolo representa la mexicanidad.
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