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PARÍS, Francia, sep. 6, 2012.- El francés se siente orgulloso de su gran cultura del vino. Trata de acompañar todas sus comidas de una o varias copas de su bebida preferida. Justifica su conducta con el argumento de que hay que respetar las viajas costumbres nacionales.
Los parisinos consideran que "el momento de la comida debe ser un momento placentero, de gran convivencia y si no hay vino sobre la mesa, ese momento se vuelve menos interesante y sobretodo más triste". Otros dicen que el vino es un acompañamiento para la comida.
Pero, una cosa es la tradición, y otra muy diferente, la adicción. El exceso de consumo puede matar.
Cada francés bebe en promedio 15 litros de alcohol puro al año. Dos millones de personas tienen dependencia del alcohol.
En el país galo 150 franceses mueren cotidianamente por causas relacionadas con el alcohol, -nos explica el doctor Phillipe Jaury, profesor de medicina de la Universidad de Paris-, quien descubrió los beneficios de un fármaco llamado Baclofene, una nueva esperanza para los adictos.
"Este fármaco produce una cierta indiferencia. El paciente no tiene por qué decirse todo el tiempo: 'hoy debo beber, hoy debo beber, hoy debo beber', ya no piensa en eso, el problema sale de su cabeza, se toma su pastilla y no tiene ganas de tomar", explica Jaury.
El medicamento produce una tasa de éxito de un 60%.
"Mis pacientes me dicen que nunca se habían sentido tan bien. Hay una serie de efectos secundarios. Hay un riesgo, el que el paciente deja de pensar en el alcohol, sólo piensa en su vida", agrega el médico.
Con altas dosis de Baclofene, que es un relajante muscular, desaparecen los síntomas de ansiedad alcohólica.
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