CIUDAD DE MÉXICO, México, ago. 21, 2012.- La madrugada del pasado seis de julio una turba de la llamada Nueva Jerusalen derribó a golpe de pico y marro la escuela primaria Vicente Guerrero, un jardín de niños y la telesecundaria del municipio de Turicato Michoacán. Tiraron techos, paredes y destruyeron no pocos cimientos. Después incendiaron dos aulas de madera y azuzaron las llamas con libros, pizarrones, pupitres, computadoras, uniformes y equipos de oficina. Eran escuelas públicas y la educación que se impartía era laica.
Ese grupo había anunciado su acto criminal hace tiempo y cumplió con lo que llama su derecho a la religión. ¿Y las autoridades municipales, estatales y federales? Llegaron a tiempo? cuando todo se había consumado. Será esa la política moderna del México del Siglo XXI? ¿La que permita atentar contra el estado laico y la educación pública?
¿Qué sigue? ¿La quema de casas de los que quieran ejercer su derecho a la educación laica provista por el estado? La indiferencia de las autoridades ante los asuntos públicos es uno de los grandes enemigos de la democracia y el principio de la barbarie. En política, errores de omisión como los cometidos en Turicato Michoacán también son crímenes.
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