¿Por qué las mujeres aún no pueden tenerlo todo?

Por Carla Aguirre | Fuente: FOROtv | 2012-08-08

Anne Marie Slaugther

En su polémico artículo, Anne Marie Slaughter, quien llegó a ocupar un alto cargo en el Departamento de Estado estadounidense, devela la 'falsedad' de que las mujeres puedan tener una carrera profesional exitosa y, al mismo tiempo, ser madres en el sistema actual

Anne Marie Slaugther, la primera mujer en ocupar el puesto de directora de planeación política en el Departamento de Estado de los Estados Unidos, señala: "debemos dejar de engañarnos a nosotros mismos; las mujeres que han logrado ser madres y profesionistas de alto nivel son heroínas, ricas o trabajan por su cuenta".

El artículo de portada del número julio/agosto de la destacada revista The Atlantic, titulado: "Why women still can´t have it all" ha generado un amplio debate que se ha visto plasmado en cerca de 50 artículos, editoriales, y blogs en diferentes diarios alrededor del mundo.

En su escrito, Slaughter narra cómo sus convicciones feministas, sobre las que construyó toda su carrera, cambiaron de forma radical una vez que llegó a un puesto de alto nivel en el Departamento de Estado. Explica que, mientras siempre aseguró que al llegar a una posición de esa responsabilidad no la soltaría mientras fuera posible; en enero de 2011, después de dos años en el puesto de sus sueños, corrió a su casa tan rápido como pudo.

Su conclusión: tener una posición de alta responsabilidad en el gobierno y atender las necesidades de dos hijos adolescentes no es posible. Tener el puesto que quería y ser la clase de madre que quería ser, en un momento de la vida de sus hijos que exige tiempo, como es la adolescencia, resulta inviable.

Anne Marie describe su vida en el Departamento de Estado, en el rígido mundo de la burocracia, de las múltiples reuniones y largas jornadas laborales y apunta que contar con  jefas comprensivas  como Hillary Clinton, quien llega a las 8 de la mañana a la oficina y sale a las 7 de la noche para permitir a su equipo pasar tiempo con sus familias, a pesar de que trabaja desde mucho más temprano y continúa mucho más tarde, resulta insuficiente.

Explica que, anteriormente, como profesora de derecho y posteriormente como directora de la escuela Woodrow Wilson de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Princeton, había logrado hacer compatibles sus responsabilidades como madre y profesionista, principalmente debido a la posibilidad de manejar sus horarios. En este sentido concluye: "tenerlo todo" depende de la clase de trabajo que tengas.

Anne Marie, quien siempre había estado del otro lado de la discusión, reflexiona en su texto que asegurar que la mujer "puede tenerlo todo y hacerlo todo", idea que tantas veces infundió en sus alumnas, implica hacer sentir a las mujeres que ellas son las responsables en caso de no lograr crecimiento profesional al paso de los hombres y, al mismo tiempo, tener una familia (además de ser flaca y bonita, ironiza la autora).

Slaughter subraya que es una falsedad que "tener todo" es, más que nada, resultado de una determinación personal. No basta con la decisión ni el compromiso.

La ex funcionaria describe que ella no ha estado sola en esta encrucijada: Michele Flournoy dejó después de tres años el tercer puesto más alto en el Departamento de Estado para pasar más tiempo en casa con sus hijos. Karen Hughes dejó su posición como asesora del Presidente Bush  después de año y medio en Washington para regresar a Texas con su familia.  Maray Matalin, quien fue durante dos años asistente de George W. Bush y asesora del vicepresidente Dick Cheney, escribió antes de dejar su cargo: "tener control sobre tus horarios es la única manera en que las mujeres podemos tener una carrera y una familia".

La autora asegura que tener un equilibrio trabajo-familia es mucho más difícil de lograr para las mujeres. Prueba de ello es cuántas mujeres que han llegado a  cargos de alta responsabilidad tienen hijos, en comparación con sus colegas hombres. Mientras que en la Suprema Corte de Estados Unidos todos los jueces hombres tienen hijos, dos de las tres  juezas no tienen hijos, y la única que sí tiene, llegó al puesto una vez que su hijo menor había crecido. Condoleezza Rice, la primera mujer en ser asesora en seguridad nacional, es la única persona en ocupar ese cargo desde 1950 que no tiene familia.

En la administración de Barack Obama, todas las mujeres que han dejado sus cargos han sido remplazadas por hombres. Las mujeres hoy ocupan menos del 30% de los puestos de alto nivel en asuntos de política exterior o seguridad nacional en el gobierno, el ejército,  la academia o centros de investigación en Estados Unidos. Ello resulta aún más preocupante si vemos que en los años 80 las universidades alcanzaron una proporción de 50-50 entre hombres y mujeres.

Otro de los mitos comunes que Slaughter busca derribar es que "tener todo" es posible si te casas con la persona "correcta". Explica que ella tomó la decisión de dejar su cargo, a pesar de que  su esposo ha hecho siempre todo lo posible para apoyar su carrera profesional y se hizo responsable del cuidado de sus hijos de 12 y 14 años en Princeton, mientras ella estaba en Washington y sólo los veía los fines de semana.

Slaughter argumenta que aceptar que tener la pareja "correcta"  es la solución para lograr  el equilibrio familia-trabajo implica que las mujeres pueden tener importantes carreras mientras sus parejas estén dispuestas a compartir la responsabilidad de los hijos de forma equitativa (o desproporcionada), asumiendo que las mujeres se sentirán cómodas al igual que los hombres de estar alejadas de sus hijos, mientras su padre pueda estar con ellos. Slaughter acepta que ése no es su caso.

La autora reconoce caer en un terreno minado de estereotipos, sin embargo, admite que después de años de analizar el tema, le queda claro que mujeres y hombres responden de manera distinta ante las necesidades de los hijos. Mientras existe una mayor tendencia en los hombres de escoger su vida laboral por encima de su familia, las mujeres hacen lo contrario.

Sin duda, hay factores sociales que influyen en estas posiciones, como son los roles asignados a hombres o mujeres. Sin embargo, quizá haya algo más, sugiere Slaughter. Para las mujeres "no hay opción", ya que el "imperativo materno" se siente de forma tan profunda que verdaderamente no hay posibilidad de escoger.

Incluso, agrega,  las mujeres conciben las opciones de forma diferente que los hombres. Mientras que las mujeres reflexionan en torno a quién las necesita más, si su familia o su trabajo, los hombres consideran que el pasar más tiempo con sus hijos, en lugar de trabajando en temas que afectan  muchas vidas, es egoísta.

Ante el hecho de que los hombres en posiciones de liderazgo son generalmente aplaudidos por sacrificar su vida personal por el servicio público o su desempeño laboral,  Slaughter señala que no le queda claro que este marco ético tenga sentido para la sociedad, y  cuestiona: "¿por qué queremos líderes que no cumplan con sus responsabilidades personales?" Tal vez líderes más cercanos a sus familias tendrían mayor claridad respecto al impacto que sus decisiones en el sector público tienen sobre las vidas privadas, argumenta.

La autora cuestiona los valores en la sociedad actual, en la que los trabajadores que  ponen sus carreras primero son generalmente premiados, en tanto que quienes privilegian a sus familias son acusados de falta de profesionalismo. La autora relata que optar por la familia es tan contrario a  los valores establecidos en algunos círculos, que en  Washington  referirse a "dejar el puesto para pasar tiempo con la familia" es un eufemismo de haber sido despedido.

En este contexto, la sociedad debe cambiar para dar el mismo valor a las opciones que anteponen el trabajo a la familia que aquellas en sentido contrario. Si se valoraran igual estas decisiones, valoraríamos a la gente que las toma, haríamos lo posible para contratarlas y mantenerlas en el mundo laboral y lo posible para permitirles combinar trabajo y familia.

A pesar de que la mujeres han logrado importante avances en términos de salarios, logros educativos y prestigio durante las tres últimas décadas, los economistas Justin Wolfers y Betsey Stevenson han demostrado que las mujeres son menos felices hoy que sus predecesoras en 1972, tanto en términos absolutos como relativos.

De esta forma, la mejor esperanza para avanzar y cerrar esa nueva "brecha de género" medida a través del bienestar y no de los salarios, es acortar la "brecha de liderazgo". Una vez que las mujeres tengan posiciones de poder en proporciones suficientes, tendremos una sociedad que trabaje genuinamente para todas las mujeres. Será una sociedad que trabaje para todos. Slaughter señala que si más mujeres son capaces de lograr un balance trabajo-familia, más mujeres llegarán a posiciones de liderazgo, quienes facilitarán a más mujeres permanecer en el mercado laboral.

La autora concluye  que las mujeres podemos "tenerlo todo", al igual que los hombres, pero no podemos "tenerlo todo al mismo tiempo", no de la forma en que la sociedad y la economía están estructuradas.

Lo que debe cambiar

En la última parte del artículo, la académica aborda algunos de los elementos que considera deben cambiar con miras a permitir a las mujeres ser las profesionistas y madres que quieren ser.

En primer lugar, propone desarrollar esquemas de trabajo en casa, haciendo uso de los avances tecnológicos, así como contrarrestar la creciente cultura laboral de que estar siempre disponible, llegar temprano y salir tarde del lugar de trabajo está relacionado con el éxito, ya que ello no es siempre cierto.

Asimismo, señala que es necesario que las decisiones de rechazar ascensos, separarse de algún puesto o seguir una trayectoria distinta en los años cruciales para la educación de los hijos sean vistas en el mercado laboral como una pausa y no como una salida definitiva.

Slaughter subraya la responsabilidad de las mujeres en posiciones de poder para impulsar los cambios necesarios, pero destaca que  buscar una vida más equilibrada no es sólo asunto de las mujeres. Afirma que moverse en esta dirección apuntaría además a redescubrir la "búsqueda de la felicidad".

En el texto se citan  diferentes investigaciones que demuestran que aquellas empresas que instrumentan políticas orientadas a hacer compatible la vida laboral  con la familiar tienen mejor desempeño. Además, este tipo de políticas contribuyen de manera positiva a un mayor compromiso, satisfacción y salud de los trabajadores, así como permanencia en el trabajo. Slaughter señala que las empresas que reclutan y entrenan a mujeres,  deben estar conscientes que si una mujer deja el trabajo por no poder conciliar su vida familiar con la laboral, habrán perdido el  tiempo y el dinero que  han invertido en capacitarla.

Se evidencia además que esquemas laborales flexibles, que permiten integrar la vida privada con la laboral, contribuyen a mejorar la creatividad y capacidad de innovación de los trabajadores, a través de la apertura a un espectro más amplio de influencias e ideas.

Slaughter señala que, afortunadamente, los hombres van involucrándose cada vez más en las tareas relacionadas con la educación de los hijos, factor importante para alcanzar el deseado balance.

Retomando a su colega Lisa Jackson, Anne Marie Slaughter concluye que quiere un mundo en el que "para ser una mujer fuerte, no tengas que abandonar las cosas que te definen como mujer", lo que significa respetar, promover y celebrar el amplio rango de opciones que tenemos las mujeres.

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