¿Quién fue Carlos Fuentes?

Por Redacción | Fuente: FOROtv | 2012-05-15

La personalidad del escritor mexicano Carlos Fuentes fue el resultado de una búsqueda. Es la victoria de alguien que luchó por encontrar una identidad en medio de dos culturas opuestas

CIUDAD DE MÉXICO, México, mayo 15, 2012.-¿Voluntarioso? Algunos dirían que sí.

Sin embargo, la personalidad de Carlos Fuentes no fue fácil de construir. Fue el resultado de una búsqueda donde los tropiezos no faltaron, de un arduo caminar. Es la victoria de alguien que luchó por encontrar una identidad en medio de dos culturas opuestas; un oscilar entre lo ajeno y lo propio.

Carlos Fuentes nació en Panamá el 11 de noviembre de 1928. Creció en los años 30, en Estados Unidos, ajeno a México.

"Yo crecí en un mundo vibrante, el de la década de los 30s, en los Estados Unidos, más o menos desde la inauguración del ciudadano Roosevelt y la interdicción del ciudadano Kane. Mi padre era consejero de la Embajada de México en Washington y me obligaba en casa a leer la historia mexicana, conocer su biografía, sus hombres, sus sueños, sus derrotas; un país inexistente, pensaba yo entonces, inventado por mi padre para alimentar mi imaginación infantil, por un paisaje y un alma tan distintos de los norteamericanos que parecía una fantasía, una fantasía cruel", relató Fuentes.

"De la noche a la mañana, yo me convertí en un leproso en mi escuela, hombros fríos, miradas agresivas, epítetos y, a veces, golpes. Nadie sabe ser más cruel que un niño, y la crueldad de los grandes es el más seguro residuo de ese malestar infantil ante las carencias que eliminamos en el mundo, y en nosotros mismos. Aprendemos a ser jóvenes?, agregó en una entrevista.

"Descubrí que el país de mi padre era real, y que yo pertenecía a él. Era mi identidad, y yo carecía de ambos, de ella y de él".

"Los Estados Unidos me habían hecho creer que vivíamos solamente para el porvenir. México, Cárdenas, los acontecimientos de 1938, me hicieron comprender que sólo en un acto del presente se hacen presentes tanto el pasado como el futuro. Ser mexicano era identificar un hambre de ser, un sueño de dignidad, la carencia y el deseo de muchos siglos olvidados, y de muchos siglos por venir, para hacerlo hoy, en el instante, en ese tiempo vigilante actual de México que más tarde aprendí a comprender en las serpientes de piedra de Teotihuacan, de los ángeles policromados de Tonantzintla. Añado, que siguiendo la vida diplomática de mi padre, viajé a Chile y entré de lleno a la lengua hispana, de la política latinoamericana y sus carencias".

Luego de su paso por Sudamérica, Fuentes regresa a México. Tiene su primer encuentro con El Quijote. El impacto fue tal que, desde entonces, cada año hace una lectura de la obra de Cervantes. Es la época en que conoce a varios intelectuales mexicanos como Alfonso Reyes. También empieza a publicar en revistas y diarios algunos relatos cortos, así como reportajes y artículos políticos. La bohemia lo seduce...

Sin embargo, como escribió el autor en alguna ocasión, quiso ser rígido consigo mismo. Se trasladó a Suiza para iniciar su formación diplomática, estudió con varios internacionalistas europeos de renombre. También hizo su contacto personal con la diplomacia: se convirtió en secretario de Roberto Córdoba, quien era representante de México en la Comisión de Derecho Internacional de la ONU.

La diplomacia le era casi inherente.

"La preparación que tengo es familiar, pues mi padre fue durante 45 años miembro del Servicio Exterior Mexicano. Ocupó los puestos de embajador de México en Panamá, en Holanda, en Portugal y en Italia. Yo mismo ingresé al Servicio Exterior Mexicano siendo muy joven, en 1950, estuve en la representación de México ante la Organización Internacional del Trabajo, en Ginebra, y estuve comisionado en la Secretaría de Relaciones Exteriores, en la sección de prensa y publicidad, y como jefe en el departamento de Relaciones Culturales, en (19)69, después de la publicación de La región más transparente me retiré de la diplomacia y me dediqué íntegramente a mi trabajo literario, por otro lado, hice estudios de derecho internacional, soy diplomado del Instituto de Relaciones Internacionales de Ginebra; no quiero decir que soy un hombre del renacimiento ¿verdad? Pero sí tengo ciertos conocimientos de relación internacional a través de mi familia y de mis estudios".

La década de los años cincuenta. Su regreso a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y su encuentro con la generación del Medio Siglo, a la que también pertenecían Mario Moya, Porfirio Muñoz Ledo, Miguel Alemán Velasco y Víctor Flores Olea, entre otros, quienes tenían como mentor a Mario de la Cueva. Era la época en que convive con sus contemporáneos: Salvador Elizondo y Sergio Pitol, pero igual con los jóvenes Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco. Eran años fructíferos en todos los sentidos.

Carlos Fuentes estaba al margen de los arquetipos del intelectual. Tal vez por esa razón se inició en el arte de escribir de un modo poco usual, ajeno a las historias de otros que conocemos.

"La creación depende de dos realidades: una, la biografía, y la otra, la tradición. Los libros son escritos por individuos, pero los individuos que escriben libros emplean un lenguaje que los precede y que es de todos?La literatura es el arte de las palabras. La literatura de una época está en relación forzosa con el consumismo, pero también con la historia de ésa época", consideró.

Según el propio Fuentes, su estilo y la esencia de sus obras literarias eran la suma de su pasado, de sus lecturas, de sus preocupaciones. Llegaba la segunda mitad de los cincuenta, era el México moderno, pleno milagro mexicano...

Pero de igual modo, era tiempo de gran productividad ensayística, crítica de cine y de articulismo político. Tiempo del primer libro Los días enmascarados, una colección de cuentos, y de la publicación de la primera novela La región más transparente.

"A mi paso, de la educación en lengua inglesa a la educación en lengua española, le siguió la expresión de lo que en Washington fue la revelación de una identidad. Quería escribir para demostrarme a mí mismo que mi identidad, y mi identidad como mexicano, eran ciertas. Sólo con todos los lenguajes compartidos, los de mis maestros y amigos, pude acercarme al cuerpo en llamas de la literatura y pedirle un poco de fuego para La región más transparente, Aura y La muerte de Artemio Cruz".


"¡Sí! Empiezas a escribir y descubrimos con asombro que sólo naces después de tu acto, que debes escoger tu acto con cuidado, sin miedo de las consecuencias, porque si eres poeta ¿El poema te creará? Y si eres novelista ¿Serás creado por la novela? De la misma manera que el poema o la narración crean a sus lectores. Eso es así porque la literatura,  lo ha dicho muchas veces, no se limita a mostrarnos el mundo, sino que añade algo al mundo, crea complementos verbales de la realidad y no sólo explica la realidad? Los canales normales para el conocimiento son la ciencia y la filosofía, pero el nombre del conocimiento literario es imaginación, incluyendo la imaginación del pasado", agregó.

Las reuniones entre intelectuales tenían un invitado insustituible. Fuentes tenía amistad con Max Aub, Alí Chumacero, Jaime García Terrés, Juan Soriano, Abel Quezada y Octavio Paz. En esa época, el escritor mexicano definía su posición política: comulga con movimientos como el de los ferrocarrileros y el triunfo de la Revolución Cubana, y se muestra en contra de Estados Unidos y su actividad en América Latina, y de la Unión Soviética y su política en Europa Central. La Guerra Fría se convirtió en blanco de su pluma crítica y de sus ensayos que denuncian.

"Las relaciones de México y Estados Unidos tienen que ser complejas por la disparidad económica y militar, y por todo lo que hay entre los dos países. Hemos aprendido a convivir, a respetarnos mutuamente?el país imaginario de mi padre era real, pero más fantástico que cualquier imaginación. Era tan real como sus fronteras físicas y espirituales. México, la única frontera entre el mundo industrializado y el mundo subdesarrollado, la frontera entre mi país y los Estados Unidos, pero también la frontera entre los Estados Unidos y toda la América Latina. Entre el mundo indolatino  y el anglosajón, entre el ahorro simplificado del protestantismo y el derroche barroco del catolicismo, entre la extensión horizontal y difusa del poder democrático y su estructuración absolutista, piramidal y centralizada, entre el derecho consuetudinario no escrito y el derecho romano carente de toda realidad si no se le da la escritura", apuntó.

Los temas delicados nunca fueron un freno. Se interesaba por México, por lo que sucedía en el país, por los procesos políticos, por la democracia.

"Tenemos una democracia, avanzamos en la democracia;  pero esa democracia no se va a consolidar mientras no se consolide la cultura del Derecho en México, y mientras nuestras instituciones del Derecho funcionen plenamente, y  todavía no funcionan plenamente, y una de las pruebas es el caso de Juárez... Seguimos en la democracia imperfecta, en el sentido de que una democracia siempre es imperfecta por definición, no hay democracias perfectas. Yo creo que Churchill lo dijo de una manera inolvidable: La democracia es el peor sistema de gobierno que existe, con excepción de todos los demás. Entonces, una democracia tiene que perfeccionarse o no es democracia, tiene que estar progresando, adaptándose, creando nuevas", dijo.

La prudencia se contaba entre sus virtudes, por eso el escritor mexicano no hacía declaraciones de todo, en cualquier momento o a la menor provocación.

-¿Quién cree que será el próximo Presidente?
-Eso no lo puedo contestar.

Ante esa figura de la literatura mexicana, ante el escritor galardonado, leído en varios idiomas y reconocido en todo el mundo, la pregunta obligada llegó a ser sobre la obtención del Premio Nobel. Fiel a su personalidad, invariablemente, la respuesta de Fuentes fue contundente:

"El Premio Nobel considero yo que ya lo obtuve cuando se lo dieron a Gabriel García Márquez. Es decir, lo obtuvo mi generación, lo que representaba mi generación, de modo que me doy por bien servido, punto".

Hubo ocasiones en que la reflexión sobre la vida, el vivir y el mundo, encontró una salida en la escritura, el pensamiento y la voz del autor mexicano.

"Nuestra presencia en el mundo es inseparable de un sentimiento de ausencia. Este es el mundo, desde la infancia representa preguntar ¿De qué carezco? ¿Qué le falta al mundo donde, siendo y creciendo, yo vivo? Lejos de contentarnos con lo que es, construimos un  jardín de juegos insólitos, habitados por los espectros de lo que no es, de lo que debe ser y de lo que fue".

Inolvidable será la imagen de Carlos Fuentes.

Nació en Panamá el 11 de noviembre de 1928. Estudió Derecho en la UNAM e ingresó al Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra, además de haber sido becario del Centro Mexicano de Escritores. Fue cofundador y codirector de la Revista Mexicana de Literatura. uno de los editores de El Espectador y dirigió algunos números del suplemento La Cultura en México.

Además de escribir novela, cuento y ensayo, también hizo crítica de cine y guiones para películas como El gallo de oro y Las cautivas. Su trabajo literario es extenso. Entre su catálogo se encuentran Las buenas conciencias, Cambio de piel, Terra nostra, Gringo viejo, La silla del Águila y Adán en Edén. En teatro, sobresalen Todos los gatos son pardos, Los reinos originarios y Ceremonias del alba.

Fue embajador de México en Francia. Condecorado en muchas ocasiones, recibió, entre otros, los premios Xavier Villaurrutia, Cervantes y Príncipe de Asturias, además de las medallas de la Orden de la Legión de Honor y la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica.

"Aunque se empiece escribiendo para vivir, se termina siempre escribiendo para no morir".

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