Pasión y Muerte de Jesucristo en Iztapalapa

Por Redacción | Fuente: Noticieros Televisa | 2012-04-04

169 representación; tradición viva desde 1843

CIUDAD DE MEXICO, Mëxico, abr. 4, 2012.- Cada año en Iztapalapa tiene lugar una representación de la Pasión y muerte de Jesucristo, que es una expresión del sincretismo de las culturas española y mexicana, desde 1843. La de este año, será la 169 representación. La escenificación no corresponde a ninguna narración religiosa sino que es una expresión popular.

Iztapalapa es una de las 16 delegaciones del Distrito Federal que está situada al oriente de la ciudad de México y tiene los espacios adecuados para la escenificación ritual por excelencia anual, como el Cerro de la Estrella, sus templos, plazas y jardines.

La coexistencia de Iztapalapa con la gran urbe, no ha logrado borrar Ias viejas costumbres de sus habitantes que aparecen con mayor fuerza en la Semana Santa.

Los moradores de los ocho barrios: La Asunción, San Ignacio, Santa Bárbara, San Lucas, San Pablo, San Miguel, San Pedro y San José, conviven entre la modernidad y la tradición.

Comparten una costumbre heredada de muchas décadas y el esfuerzo colectivo para representar, con gran realismo, la Pasión y muerte de Jesucristo en una fiesta que permite la reafirmación y Ia cohesión cultural de sus residentes.

En los barrios se eligen a los mayordomos; éstos organizan las fiestas, entre ellas, la del Señor de Ia Cuevita; la de San Lucas -conocido popularmente como San Luquitas, patrono de Iztapalapa-, que se celebra el 18 de octubre, con feria, danzantes y a veces octava, y en diciembre la de la Virgen de Guadalupe.

En la tercera década del siglo antepasado, una epidemia de cólera azotó a la población; la creencia popular atribuyó a la divina imagen el cese de la mortandad. En agradecimiento a tan prodigiosa intervención, se inició la escenificación de la Pasión, con actores del pueblo, y año con año se repite hasta hoy.

La ceremonia, fiesta y representación de la Semana Santa, vuelca lo popular hacia lo sagrado, en un hecho que es por un lado civil y por otro religioso. Las autoridades eclesiásticas apoyan estos actos masivos, aunque no los aceptan como totalmente litúrgicos.

Los episodios más importantes tienen lugar el Domingo de Ramos con la Procesión y la Bendición de las Palmas; el Jueves Santo en el Jardín Cuitláhuac, y el Viernes Santo con la secuencia de la sentencia, los azotes, la coronación de espinas y el Vía Crucis que culmina en el Cerro de la Estrella con la crucifixión.

Al conocerse los días en que va a caer la Semana Mayor, comienzan los preparativos y se selecciona a los protagonistas del drama, quienes inician los ensayos desde enero. EI comité organizador también tiene que ver con los escenarios y la coordinación de los movimientos de los personajes en los diferentes lugares donde hay representaciones. Así mismo, concerta con las autoridades de la Delegación la suspensión deI tráfico a determinadas horas en los días señalados, las calles por donde pasarán las procesiones, la seguridad de las multitudes que se concentran en las calles, las plazas y los jardines (donde además se establecen los puestos de comida, de antojitos, de diversiones, los juegos mecánicos, todo lo que conforma la feria).   

Los papeles protagónicos ya no se heredan familiarmente como se hacía en otras épocas. Soldados romanos y judíos, integrantes del Sanedrín, vírgenes del pueblo, mujeres de Herodes, romanas, se eligen de entre los habitantes de los diferentes barrios.

Los nazarenos son aquellos que por promesa, manda o voluntad propia, se imponen la carga de una cruz a lo largo de todo el trayecto del Vía Crucis, atrás del Cristo. Los actores rivalizan por los papeles principales. Los criterios para seleccionar a los personajes son diversos, y los más estrictos son para designar a los actores principales: los apóstoles y la Virgen María. Cristo, por ejemplo, debe ser fuerte para soportar el recorrido cargando la cruz, soltero, originario de Iztapalapa, de familia cristiana, y poseer un físico que concuerde con la idea que la población tiene de Jesús. Él y otros personajes se dejan crecer el pelo y se lo tiñen.

En torno a él gira toda la actividad ritual y la emotividad afectiva. Todos los detalles son objeto de minucioso cuidado: los vestidos, maquillajes, peinados; las pelucas de los soldados romanos, de Cristo, apóstoles y nazarenos. La escenografía, los aspectos visuales; los recorridos, la seguridad de los actores, de los penitentes que pagan mandas, de los devotos y del público asistente a la gran representación para dar continuidad a la tradición popular.

Afuera de todos los lugares elegidos para la representación, se levantan miles de puestos; los ruidos de la música y de los vendedores se mezclan con las voces de los actores.   

El Domingo de Ramos, las casas y las calles se llenan de flores, las campanas se echan a vuelo, y un ángel con un niño inician la procesión que avanza lentamente. Los cientos de nazarenos llevan adornos de bandas blancas sobre las túnicas moradas; las vírgenes y las mujeres del pueblo adornan sus cabezas con coronas de flores, la Virgen, la Magdalena, llevan atuendos únicos. Por momentos Iztapalapa se transforma en Jerusalén, la multitud se dirige al barrio de San Lucas para que el sacerdote bendiga las palmas, los ramos de manzanilla, romero y laurel.

En el atrio se mezclan los olores de los puestos de comida, los gritos de los vendedores y la música de los juegos mecánicos que mezclan lo bíblico con lo actual. 

El Jueves Santo, los adornos en las calles son de color blanco y morado; los actores llegan al lugar donde han ensayado; llena de flores y frutas está la cárcel que Cristo ocupará. De una casa, sale la procesión que inician el niño y el ángel, después las vírgenes, Jesús, los nazarenos, los sacerdotes y dignatarios romanos, flanqueados por los soldados. La procesión recorre las calles de los ocho barrios, y llega hasta la iglesia del Señor de la Cuevita, donde los presentes quieren tocar la urna y pedir gracias. Los nazarenos, que suman cientos, ahora llevan una corona de espinas con flores en la cabeza. Después de la alocución del obispo en la iglesia, continúa la escena de la última Cena en el Jardín Cuitláhuac; sigue el Lavatorio de Pies; el Prendimiento, y la Oración del Huerto. Los parlamentos no coinciden con la Sagrada Escritura porque se han transformado al correr de los años según el gusto de los participantes; lo mismo sucede con otros episodios que los lugareños han agregado. 

El Vienes Santo congrega multitudes; la presencia de los encargados de la seguridad y de los primeros auxilios a los visitantes es muy evidente. Llevan a Cristo de la cárcel a la explanada, donde hay una columna; ahí se suceden varios episodios. La gente se estremece conmovida por la representación, cuando Jesús vestido de blanco es azotado con ramas teñidas de rojo. El rumor aumenta cuando la muchedumbre inicia el recorrido al Calvario-Cerro. La subida es difícil para los penitentes, actores y espectadores que quieren presenciarlo todo. Todos deben llegar al lugar de las tres caídas, del encuentro con la Verónica, la Samaritana y las mujeres santas.   

La procesión avanza lentamente en medio de sollozos, lamentos, lágrimas, desmayados y gritos de quienes ofrecen su mercancía. Los soldados romanos, los más de mil nazarenos que llevan sus cruces a cuestas y los judíos, se entremezclan con los espectadores, las mujeres santas y los apóstoles. Todos ellos llegan hasta el lugar donde están las tres cruces. La actuación del Cristo, que llena de fervor a los espectadores e imparte intensa emoción a todas las ceremonias, llega a la culminación con la Crucifixión. En el lugar sagrado del cerro, en la cruz más grande se coloca a Jesús para la crucifixión.

La mujer que hace el papel de la Virgen María, vive sus peores momentos cuando "Dolorosa" recibe el cuerpo del crucificado; le habla y lo conduce hasta donde inicia, en la tarde, la Procesión del Silencio. Por las calles de los ocho barrios llevan una imagen del Señor de la Cuevita que cargan unos jóvenes encapuchados. La gente que ha vivido intensamente el drama de la Pasión regresa a sus casas.

Con el tiempo, la representación ha cambiado: de los atrios de los templos al cerro, de las imágenes y Cristos-niños a los jóvenes cuidadosamente seleccionados por su tipo y estatura, de los parlamentos originalmente hablados ahora cantados en algunos episodios. Han ocurrido transformaciones en las actuaciones, vestuarios, pelucas y maquillajes; en las escenografías y en la extensión del recorrido, aunque los elementos básicos se mantienen a través de los años. 

La iglesia ahora alienta una representación paralela, diferente a la popular, que considera no está apegada a los textos bíblicos; es de hecho, el reconocimiento de dos puntos de vista: por una parte el de la tradición escrita y sancionada, la litúrgica en el interior del templo, y por otra la celebración callejera que va más allá de una escenificación, pues en ella convergen los ideales, las esperanzas de acabar con muchas de las dificultades de la vida; es más que teatro, el enlace entre el pasado (el drama) y el presente, la búsqueda de reconocimiento de los organizadores y de los que participan, el gusto de los que toman parte como actores, o como espectadores. Todo ello permite que la fiesta, ceremonia o representación continúe por lo que significa no sólo para los de Iztapalapa sino para la nación entera.

Este año, 2012, la representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa fue declarada Patrimonio Cultural e Intangible de la ciudad de México. Esta declaratoria obliga a los habitantes y a las autoridades del Distrito Federal a velar por la preservación de esta expresión cultural, destinando para ello los recursos que sean necesarios con el fin de que se mantenga vigente. La declaratoria fue publicada el 2 de abril.

Con la participación de 5 mil actores de los 8 barrios, esta edición inició el domingo primero de abril. David López Domínguez de 23 años, estudiante, encarna a Jesús. María Fernanda Calderón de la Barca Rueda, de 23 años, estudiante, interpreta a María.

Se estima que este año asistirán al cerro de la estrella y las avenidas principales de los ocho barrios de Iztapalapa entre 2 y 3 millones de personas.

Contará con un operativo de seguridad y apoyo en el que participarán 4 mil 360 servidores públicos, de los cuales 2 mil 350 son de la delegación y el resto del gobierno central. La 169 representación de la semana santa concluirá el 7 de abril

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