Otto Schöndube, pilar de la arqueología mexicana

Por Redacción | Fuente: Cortesía | 2011-12-03

Formado durante una época dorada en la ENAH, el arqueólogo tapatío Otto Sshöndube es imprescindible para el conocimiento de las culturas prehispánicas de Occidente

INFORMACIÓN CORTESÍA DEL INAH

IMAGEN CORTESÍA DE LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE GUADALAJARA

GUADALAJARA, México, dic 3, 2011.- Para Otto Schöndube "la buena arqueología se hace con los pies, en el lugar de los hechos, viendo el espacio, intuyendo la vegetación y el clima, e imaginando la época que se estudia"; es una consigna que heredó del antropólogo español Pedro Armillas, que desde sus años de juventud ha puesto en práctica, junto con todo el caudal de conocimientos que le regalaron sus maestros de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, los pioneros de la arqueología mexicana.

Ese conocimiento heredado le ha permitido a Otto Schöndube Baumbach (Guadalajara, 1936), arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), definir una trayectoria por la que este viernes recibió el Homenaje ArpaFIL, reservado a personalidades del mundo del arte, la arquitectura y el patrimonio, que desde 1995 se concede en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).

En el auditorio principal del encuentro editorial más importante de habla hispana Schöndube recibirá un homenaje por su contribución a la conservación de la arquitectura prehispánica; recibió presea ArpaFIL como años antes la recibieron Teodoro González de León, Guillermo Vázquez Consuegra, Eusebio Leal, Oriol Bohigas, Giorgio Grassi, entre otros gigantes de la arquitectura y el arte.

A diferencia de ellos, Schöndube es arqueólogo y antropólogo; entró en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) del INAH en los años 60, en la que él califica como época dorada, "cuando había maestros muy buenos", algunos españoles llegados a América tras huir de la Guerra Civil, como José Luis Lorenzo, pionero de la prehistoria en México; o Pedro Armillas. Recuerda de manera especial a Wigberto Jiménez Moreno, filósofo, historiador y arqueólogo, "profesor extraordinario", y a la genial Barbro Dahlgren.

El "gusanito" por la arqueología le nació a Otto a través de las historias que le contaba su abuelo materno, Rodolfo Baumbach, un alemán que llegó a Tabasco a principios del siglo XX, y que trabajando en el campo de Jalisco gustaba de coleccionar lo que encontraba; una vez estando en Colima -"allá por los años 40"-, conoció a Isabelle Kelly, aquella dama estadounidense que estudió el Occidente de México con pala y pico, en una época en que la arqueología no era para las mujeres.

El abuelo Baumbach le narraba esa historia, sin darse cuenta que sembraba una semilla; curiosamente el tiempo maduró un arqueólogo, hoy imprescindible para el estudio de las culturas del Occidente de México.

Otto Schöndube es investigador titular en el Instituto Nacional de Antropología e Historia desde 1962, tapatío de nacimiento, aunque sus orígenes sean alemanes. Adicto a la buena comida y a la lectura de novelas históricas y de detectives, además del futbol. En Otto se cumple la premisa de Picasso: "lleva mucho tiempo llegar a ser joven", porque a sus 75 años disfruta de la vida con la energía y el gusto de los veinte.

Vio nacer el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México, y participó en el traslado de las colecciones del antiguo Museo Nacional, de la calle de Moneda a Paseo de la Reforma, en esas tareas tuvo la oportunidad única de convivir y trabajar al lado de grandes de la arqueología mexicana, como Alfonso Caso, Alberto Ruz, Román Piña Chan, con quien luego trabajó como encargado de la sección de Occidente, ya en el nuevo museo.

Maestro en Antropología, especializado en Arqueología por la ENAH, México. Ha sido acreedor al Premio Jalisco, en la categoría de Ciencias, Premio Ciudad de Guadalajara, Premio Sarquís y Legión del Honor (México).

De entre sus publicaciones más reconocidas destacan: La evolución cultural del Occidente de México (1973), Arqueología de la Cuenca de Sayula y El sitio de La Peña, transformaciones socio-culturales en la región de Sayula.

Otto Schöndube es un enamorado de su tierra, reconoce que de todos sus maestros aprendió, y pese haber trabajado en sitios grandiosos como Chichén Itzá, con Román Piña Chan, cuando exploró el cenote sagrado, o en la monumental Teotihuacan, no olvidó el valor del patrimonio de la región de Occidente, donde ha echado sus raíces.

"Me gusta defender el patrimonio cultural que hay en el Occidente de México, porque aunque no se trate de monumentos grandiosos como los mayas o teotihuacanos, el que no sean enormes no quiere decir que no tengan valor patrimonial".

Otto Schöndube cita como algunas de sus principales investigaciones las realizadas en la Cuenca de Sayula, en Jalisco, un trabajo tripartita entre el INAH, la Universidad de Guadalajara y el grupo francés Orstom, en el que recuerda haber tenido como auxiliares a estudiantes mexicanos de arqueología, por lo que además de las investigaciones, que aún son referencia para los estudios de Occidente, también ha formado profesionistas.

Ahora, otros especialistas, como Catherine Liot, de la Universidad de Guadalajara, continúan esos estudios en uno de los sitios arqueológicos de la región llamado La Picota, como parte del Proyecto Arqueológico de la Cuenca de Sayula, coordinado por el propio Schöndube. El área abarca cerca de 200 kilómetros cuadrados, donde -a través de investigaciones realizadas desde 1990- se han detectado por lo menos 200 sitios arqueológicos, cinco de los cuales parecen haber sido importantes centros políticos y religiosos.

De acuerdo con el investigador titular del INAH, La Picota debió ser, en el periodo Epiclásico (640-900 d.C.), uno de los complejos prehispánicos más relevantes del sur de lo que hoy es  Jalisco y, quizá, el más importante de la cuenca, por sus yacimientos de sal.

"Tener una mina de sal tierra adentro le dio una importancia especial a la región de la cuenca de la laguna de Sayula, porque los pobladores no tenían que ir hasta la costa para obtenerla. Es un recurso que controlaron y del cual obtenían fuertes ingresos. En este sentido, dicho lago fue similar al Texcoco, en el Altiplano Central, y de ahí la importancia y singularidad de los sitios prehispánicos que se asentaron en sus alrededores, donde la sal fue un elemento cultural y de codicia comercial".

Hoy, Otto Schöndube se agrega a la lista de figuras que reciben el homenaje ArpaFIL, en el marco de uno de los eventos más importantes del mundo cultural contemporáneo, por su amplio conocimiento de las antiguas culturas mesoamericanas y su trabajo en la preservación de sus milenarias expresiones.

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