Buscan prehistoria de BC en restos de peces

Por Redacción | Fuente: Cortesía | 2011-06-18

Con el estudio de pequeñas estructuras del sistema auditivo de los peces, llamadas otolitos, investigadores han determinado los hábitos costeros de grupos nómadas de hace 2 mil 500 años

IMAGEN E INFORMACIÓN CORTESÍA DEL INAH

CIUDAD DE MÉXICO, México, jun 18, 2011.- Para profundizar en el conocimiento de la actividad humana durante la prehistoria en Baja California, arqueólogos han recurrido al estudio de los otolitos, una estructura que se halla en el sistema auditivo de los peces, y a partir del cual han podido determinar que hace 2 mil 500 años, grupos nómadas acudían a pescar al sitio costero de El Faro II, en el Mar de Cortés, a lo largo de todo el año y no sólo en ciertas estaciones como se creía.

Los otolitos son pequeños elementos de carbonato no mayores a tres centímetros de longitud, parecidos a un hueso pequeño, en la que se conserva un registro de las condiciones ambientales bajo las cuales ha transcurrido la vida de un pez.

A partir del análisis de este tipo de estructuras halladas en dicho sitio costero, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) han determinado que en la prehistoria tardía el hombre pescó durante todo el año en lo que hoy es la localidad de San Felipe, municipio de Mexicali, además de identificar las especies que consumía.

El estudio de los otolitos es una nueva herramienta de investigación adoptada por la arqueología en México, pues tradicionalmente sólo se centraba en los restos de moluscos, "esta práctica nos está abriendo un panorama novedoso, al integrar un material de análisis que nos permite no sólo enfocarnos en la diversidad de peces encontrada en los sitios arqueológicos, sino hablar de los detalles en que ocurrió una actividad tan importante para los antiguos pobladores, como fue la pesca", informó Ana Katalina Celis, del Centro INAH-BC.      

La arqueóloga especialista en Oceanografía Costera explicó que todos los peces poseen tres pares de otolitos, cuya forma varía de acuerdo con la especie de la que se trate, por eso son un elemento que permite identificarlas. Por otra parte, esta diminuta estructura conserva un registro de las condiciones ambientales bajo las cuales ha transcurrido la vida de un pez, "por ejemplo, cada año en el otolito se forma una banda de crecimiento, de manera semejante a como se forman los anillos de crecimiento en un árbol" .

El valor isotópico (datación), detalló, obtenido en cada muestra en el laboratorio, representa un número limitado de posibles condiciones ambientales bajo las cuales se pudo formarse el carbonato en el cerebro del pez. Posteriormente, podemos intentar determinar a qué temporada del año corresponden dichas condiciones, según el clima predominante y así inferir la estación anual de la pesca.

En el caso particular de El Faro II, un sitio tipo conchero (donde abundan restos de conchas de animales acuáticos consumidos por el hombre antiguo), "los resultados preliminares de los análisis de otolitos han permitido inferir que hace 2 mil 500 años los hombres pescaban especies de hábitos costeros, es decir que viven en aguas no muy profundas y su captura no requiere de una técnica de pesca sofisticada. Aunque también se encontraron restos de rayas, tiburones y tortugas, pero como no son muy abundantes en las muestras, hasta el momento sólo se puede suponer que se trata de recursos esporádicos.

 Entre la gran cantidad de conchas de moluscos y restos de peces encontrados en El Faro II, destacan los de totoabas (Totoaba macdonaldi) de corta edad, un pez que vive hasta 20 años y alcanza los 2 metros de longitud. Es además una especie que sólo habita en el Alto Golfo de California y que, debido a la sobrepesca, se encuentra en peligro de extinción.

 Mediante dicho proyecto de investigación sobre los sitios costeros de la región del Golfo de California, dirigido por el arqueólogo Antonio Porcayo Michelini, del Centro INAH-BC, los especialistas también han determinado las condiciones ambientales que prevalecieron en la región en la prehistoria tardía.

En este sentido, la arqueóloga Celis comentó que la zona del Delta del Alto Golfo de California, hoy árida y de escasos recursos, no siempre fue así. Antes de la construcción de las presas que hoy se encuentran en Estados Unidos y que impiden que el Río Colorado fluya hacia el Golfo de California, el área donde se ubica el sitio investigado era bañada por flujos de agua dulce provenientes del río durante los meses de verano.

A partir de los materiales arqueológicos encontrados, se ha comprobado que dicho sitio sirvió como un espacio entre la costa y la montaña, al que acudían los grupos nómadas de manera itinerante, para obtener recursos del mar, independientemente de las condiciones climáticas.

"Luego regresaban a los sitios donde tenían fuentes permanentes de agua, como en los cañones de la Sierra de San Pedro Mártir, cuyo clima es menos extremoso, y en donde, en extensos "lienzos" de granito, dejaron pinturas y petrograbados con motivos muy complejos que representan la cosmovisión que tuvieron".

Sobre esta nueva técnica de investigación, Celis resaltó que como material de estudio de la arqueología el uso de los otolitos es reciente, aunque los biólogos los han empleado como una herramienta de análisis común, por ejemplo, para conocer el movimiento de un pez, sobre todo especies migratorias; en tanto que la arqueología comenzó a utilizarlos, toda vez que la actividad pesquera puede ser un trazador de las actividades humanas.

La especialista del INAH concluyó que la arqueología a nivel mundial ha utilizado otolitos de diferentes especies de peces, pero en México, hasta ahora no se habían aplicado análisis de isótopos en otolitos, únicamente en conchas. 

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