CIUDAD DE MÉXICO, México, ago. 04-2013.- No sólo son números y cifras, la Bolsa Mexicana de Valores también tiene detrás nombres y apellidos, anécdotas, historias de grandes amistades y de diferencias cuasi insalvables.
Y es que contrario a los banqueros, de quienes se saben su trayectoria profesional y un sinfín de información sobre sus gustos personales, qué les gusta comer, quién es amigo de quién y hasta de algunos el cómo se enamoraron, de los actores de la Bolsa no hay nada.
De ello dio cuenta la periodista Lourdes Mendoza, a la hora de escribir su columna, donde se da una combinación de los grandes negocios que se hacen en este país y de las personas físicas que los hacen.
Así que en 2010, de cara a la conformación de un libro de la Bolsa Mexicana de Valores con motivo del Bicentenario, es que "yo propongo hacer un capítulo sobre la historia de los personajes de las casas de bolsa".
A partir de este momento que Lourdes Mendoza da inicio a un año y medio de sendas entrevistas con esas personas que de ser agentes de bolsa, pasaron a ser muchos de ellos los empresarios más importantes del México actual.
Se inicia un camino por las tres generaciones de casabolseros, los de antaño como Carlos Trouyet, los del Club de Uruguay como Roberto Hernández, Alfredo Harp, y quienes pueden contar la historias recientes, y los de Reforma.
"Lo que yo buscaba era contar el día a día de la Bolsa, de las personas que hicieron la Bolsa, de los agentes de bolsa que ahora son parte de los grandes empresarios mexicanos", manifiesta la líder de opinión.
El cambio del martillo al corro, el origen del mote de "los muñecos", la visita de las siete casas para obtener la acreditación de agente de bolsa, el origen del apelativo "coyote", son algunas de las historias que integran el primer libro de Lourdes Mendoza.
De hecho, el mismo título del libro "Mi palabra es mi compromiso", tiene su historia y que se conjuga con el surgimiento de "los muñecos".
Para un casabolsero como don Manuel Blanco Parodi, su palabra era un compromiso y eso era suficiente para garantizar cualquier operación de compra/venta en la Bolsa, sin embargo, en un proceso de cambio Manuel Caso y Silvino Aranda dan paso a las órdenes de cuenta.
Así, un día llegan a pedirle a Manuel Blanco Parodi firmar las tres hojas que conforman la orden de pago, a lo que reaccionó cuestionando que a quién se le ocurrió tal idea, a lo que el enviado responde que a Manuel Caso y Silvino Aranda, así que contra ataca y dice "esos muñecos no sirven nada más para dar lata. Pero ándales, denme unos muñecos?", quedando así el mote.
Después del terremoto de 1985, la Bolsa no solo reinició operaciones a la semana, sino que lo hizo en una de las bodegas de Lankenau y a través de los teléfonos satelitales instalados en los autos de los agentes, que al estar estacionados en zona indebida eran blanco de las grúas.
O cuando previo a la inauguración del edificio actual de la Bolsa Mexicana de Valores por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, don Alfredo Harp, -considerado por todos como el mejor operador en la historia de la Bolsa- subió a uno de los elevadores utilizados para limpiar los vidrios del edificio y se quedó suspendido al trabarse el aparato.
También se narra el origen de la rivalidad entre Roberto Hernández y Carlos Slim, el surgimiento del Indeval, como Harp Helú ganó una operación de Aurrerá y el antes y después de la Bolsa a partir de la Ley del Mercado de Valores.
Además de la historia del "Rutas", un microbusero bueno para los números, el paso de la elite a la democratización de la Bolsa, entre otras anécdotas.
"Lo que dejo con este libro es entender al mercado que está conformado por personas y quienes eran esas personas, el conocer esas personas quienes muchas de ellas hoy manejan México, ponerle nombre y apellido a las cifras, características, humores, gustos, la parte humana del mercado", concluye con una sonrisa su autora.
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