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CIUDAD DE MÉXICO, México, Mario tiene 14 años, inicia su día a las 06:00 de la mañana, cuando despierta para ir a la escuela donde está a punto de concluir sus estudios de secundaria; regresa a casa para comer y hacer algunas labores; sale a cubrir una jornada como empacador en una tienda de autoservicio y, antes de las 22:00 horas, ya está en casa descansando.
Vive con sus padres, y aunque afirma no ser alumno ejemplar tiene un promedio de 8.8 en la escuela. Dice que "es gratificante" estudiar por las mañanas y por las tardes trabajar como empacador en un supermercado porque se ha vuelto "más responsable en todo".
Mario forma parte de los más de tres millones de niños y niñas que, de cara a la conmemoración del Día Internacional contra el Trabajo Infantil, a celebrarse el 12 de junio, se han sumado a la fuerza laboral en México.
La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, reconoce a los infantes como sujetos de derecho y establece entre ellos los de alimentación, salud, educación y bienestar en general; sin embargo ante la situación económica, social e incluso cultural, millones de niños y niñas en el mundo se ven orillados a trabajar y aportar al ingreso familiar.
Mario no sabe de este instrumento internacional del que México forma parte, pero asegura que no se siente explotado o que violen sus derechos porque sigue estudiando y también convive con sus amigos, "como sólo estoy aquí cinco horas, entre semana, me da tiempo para estudiar y divertirme".
"Sí te corta un poco el día, pero te haces más responsable porque ganas tu propio dinero y no lo desperdicias porque te cuesta". Lo que él gana lo destina a comprar ropa o material de la escuela, y "por lo menos ya no le pido dinero a mi mamá para salir con mis amigos cuando descanso".
En la mayoría de los casos el trabajo infantil limita el desarrollo de los niños, su permanencia en el sistema educativo y afecta su crecimiento psicológico, físico y social, pero en otros permite involucrar a los menores en el proceso de desarrollo, como una práctica formativa de la vida.
En ello coincidieron Norma del Río, titular del Programa de Investigación de la Infancia de la UAM Xochimilco, y Mónica González, especialista en derechos de los niños, de la UNAM, quienes en entrevistas por separado opinaron que hay actividades que no vulneran los derechos de los menores.
Al respecto, González Contro consideró que "donde se debe poner toda la atención es en el trabajo que impide el ejercicio de derechos del niño, como la educación o el juego; aquellos que implican una gran esfuerzo físico o psicológico, que ponen en riesgo su desarrollo, no las labores que ayudan a su formación, como las domésticas".
La investigadora refirió que "el caso de los empacadores siempre ha sido muy discutido", porque aunque se les solicita comprobar que están estudiando y autorización de sus padres, no tienen ningún tipo de prestación ni contrato y están sujetos a riesgos.
"Es un caso muy complejo y discutible, ya que los niños sí están obligados a cumplir ciertas reglas de la empresa" pero la empresa no se hace responsable de ellos, comentó la especialista del Instituto de Investigaciones Jurídicas, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En este marco, Mónica González señaló que se debe hacer una distinción sobre el trabajo y la explotación infantil, ya que "puede haber varios extremos": desde una colaboración en las labores del hogar, que no daña el desarrollo del niño, hasta una situación en la que se obliga a las y los infantes a prácticas como la prostitución.
En tanto, Norma del Río, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), campus Xochimilco, dijo en entrevista que "no estaría en contra de ese tipo de trabajo", siempre y cuando esté regulado bajo determinadas condiciones que no vulneren los derechos de los menores.
"Es más peligroso para los niños que trabajen en un ambiente donde la práctica se ignora, a uno donde se regula y se reconozca la labor de los menores", su importancia como actores sociales, comentó la especialista en temas sobre el trabajo infantil.
De acuerdo con el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el trabajo de los empacadores en los supermercados es una actividad clasificada como explotación infantil en la que incurren las empresas.
No obstante, Mario se siente a gusto por tener un ingreso que si bien no es fijo, sí alcanza en promedio los 100 pesos diarios. Cantidad suficiente para sentirse útil y responsable con su familia: "ya sé que las cosas cuestan y lo que cuesta ganar dinero, por eso cuando sea mayor de edad no lo voy a desperdiciar", afirmó.
En 1999 la Asociación de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) y el Gobierno del Distrito Federal firmaron el Convenio de Protección a Menores Empacadores, un acuerdo de corresponsabilidad entre empresarios y autoridades para proteger a los menores que desempeñan esa actividad.
Pero, además de los empacadores en el país, existen muchos casos de trabajo infantil que afectan a más de tres millones de niños y niñas, como el trabajo agrícola al que son sometidos los hijos de jornaleros que por las condiciones de pobreza en sus estados de origen migran a otras entidades.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señaló que en México el trabajo infantil se ha reducido en los últimos 10 años gracias a las políticas educativas, de combate a la pobreza y protección social, sin embargo aún se enfrentan importantes retos en la materia.
En tanto, el Módulo de Trabajo Infantil (MTI 2011) de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empelo (ENOE) del mismo año, señala que de 2009 a 2011 la tasa de inasistencia escolar descendió en niños y niñas, mientras que la falta de interés y recursos económicos sobresalen como las principales razones para dejar de estudiar.
Las especialistas afirmaron al respecto que en México hay un rezago en el combate al trabajo infantil y que incluso sería imposible cumplir con el objetivo de la Agenda Hemisférica 2006-2015 de la OIT, de la que México es parte, y que promueve la erradicación total de este problema en 2020.
"Las condiciones están dadas para que México ratifique el Convenio 138 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), siempre y cuando se acompañe de una política que tenga como objetivo la erradicación del trabajo infantil y no sólo una prohibición o elevar la edad mínima de admisión al empleo", afirmó González Contro.
Por su parte, Norma del Río planteó que los datos existentes deben ser utilizados para crear políticas "de verdadera" protección y de regulación del trabajo, especialmente infantil, además de que estén dirigidas no sólo a los menores, sino a las familias pues este problema se debe en gran parte a la desigualdad social.
Datos del MTI señalan que los trabajadores agropecuarios, trabajadores en servicios personales y vendedores ambulantes, son las principales ocupaciones que desempañan los niños y niñas en México, que pueden llegar a tener jornadas semanales de entre 15 y 35 horas.
El miércoles 12, Día Mundial contra el Trabajo Infantil, Mario prevé que su jornada será como la de cualquier día hábil: irá a la secundaria, cumplirá sus deberes escolares y por la tarde su labor como empacador. Ganará 100 pesos y con suerte un poco más, un ingreso que defiende como su derecho al igual que el de seguir estudiando y disfrutando con los amigos.
KRL
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