PARÍS, Francia, feb. 19, 2013.- La crisis económica golpea no sólo el bolsillo, también el amor y el desamor padecen sus efectos. Por lo menos en Francia hasta disminuyeron las ganas de divorciarse, porque el divorcio implica gastos.
Antes de romper su matrimonio, las parejas lo piensan dos veces o más. Desde hace un año, en Francia se registra una fuerte caída en el número de divorcios y separaciones. Se ha observado un descenso a niveles de 2001 y esto no tiene nada que ver con el amor.
Valérie Smadja, abogada de asuntos familiares, asegura que hoy día el divorcio es un lujo. Vivir en dos casas diferentes con los hijos, tener un departamento donde uno puede recibir a los hijos, para eso hay que contar con recursos financieros y sólo los privilegiados pueden permitirse este lujo.
Los trámites de divorcio resultan demasiado caros para las parejas que difícilmente llegan a fin de mes, explica Smadja.
Para la abogada con 20 años de experiencia, si no hay ningún punto contencioso, ningún desacuerdo, uno puede divorciarse en tres meses, rápido, claro; si no hay hijos ni bienes materiales a repartir. El precio oscila entre mil 300 y 2 mil dólares.
Ahora, si uno se divorcia en medio de una batalla, el proceso puede durar dos años. Y si uno apela, hay que agregar otros tres años. La duración implica un costo, se multiplican los honorarios del abogado y ahí las tarifas no tienen límites.
Además de pagar abogados hay que afrontar el mantenimiento de dos viviendas y la duplicidad de gastos.
En estos tiempos de turbulencias financieras se impone la razón que a veces estropea la existencia. Cada vez son más las parejas que deciden seguir juntas por apuros económicos. Aprietan los dientes, revisan la cartera y se aguantan.
TFO
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