Barcelona atiende a niños empobrecidos

Por Noticieros Televisa | Fuente: Agencias | 2012-11-22

Comida caritativa

España se sitúa entre los peores países de la UE en términos de pobreza infantil, justo detrás de Rumanía y Bulgaria

BARCELONA, España, nov. 22, 2012.- Sebastián, de 10 años, y Gabriela, un año mayor, se sientan pacientemente a la mesa a la espera de la merienda que les van a servir y que, tal vez, también sea su cena, en un centro que atiende en Barcelona a decenas de niños empobrecidos por la crisis.

Desde hace un año, Sebastián viene aquí cada tarde al salir de su colegio del Vall d'Hebron, un barrio en la colina norte de Barcelona.

Sus padres, un panadero en paro y una asistenta, que tienen otros tres hijos más, apenas logran llegar a fin de mes, al igual que les ocurre a un número creciente de familias en España.

"Prefiero aquí porque te lo dan gratuito. En la escuela pública hay que pagar las excursiones y todo, y yo no puedo", dice el pequeño, de pelo corto y aspecto amable.

"Lo que prefiero es la relajación, los masajes", dice Sebastián, cuyos ojos negros se iluminan de repente.

"Yo, es lo de cocinar. He hecho huevos con una salsita que mis padres no conocían. Estaban muy orgullosos de mí", afirma, por su parte, su pequeña amiga Gabriela. Y es que para estas familias, la comida se ha convertido en una preocupación primordial.

A su lado, el director del centro y una psicóloga escuchan.

No es el lugar, muy parecido a una escuela con sus muros grises en medio de grandes edificios, lo que atrae a Sebastián y a los otros, sino el trato y las actividades del centro, uno de los 200 dependientes de la Fedaia, una ONG muy activa en la ayuda a la infancia en Cataluña.

"Antes, la merienda era un objetivo más educativo, en materia de higiene y de socialización, pero ahora es un objetivo prioritario para las familias", explicó el director, Raúl Lerones, antes de añadir que "todos meriendan y los niños quieren repetir y también preparamos lotes de comida para la familia".

"Lo que ha sucedido con la crisis es que había familias que ya estaban en situaciones delicadas, pero podían afrontar sus pagos y que hoy están en situación precaria", dice Sonia Martínez, directora de Fedaia.

Sebastián, con sus dos hermanos y una hermana de 3 años y medio es uno de estos niños empobrecidos. "Máma gana 800 euros al mes y pagan como 500 para el alquiler. Mis padres no tiene casi nada de dinero", relata.

En Cataluña, en el noreste de España, la crisis económica ha despertado el sentimiento independentista y precipitado la celebración el domingo de elecciones.

Este mismo centro del Vall d'Hebron es un ejemplo, como tantos otros de los recortes presupuestarios, ya que ha perdido este año un 20% de las subvenciones regionales.

Y frente a la pobreza creciente en este país donde un cuarto de la población activa está en paro, la Fedaia, al igual que otras organizaciones, ha dado la alarma.

"El incremento de la pobreza en general está siendo una de las consecuencias más visibles de la crisis" y su repercusión sobre los niños "está siendo especialmente preocupante", escribió UNICEF en un informe que estima que en España hay cerca de 2.2 millones de niños pobres.

España se sitúa entre los peores países de la Unión Europea en términos de pobreza infantil, justo por detrás de Rumanía y Bulgaria, según Eurostat.

El drama es particularmente agudo en Cataluña, una región que invierte menos que el resto del país en la ayuda a la infancia: el número de niños que viven bajo el umbral de la pobreza pasó del 17.6% en 2008 al 28% en 2011, y del 24.1% al 26.5% para el conjunto de España.

Los niños pagan muy caro las consecuencias psicológicas de la pobreza, que genera estrés y tensiones familiares, destaca Sonia Martínez, antes de asegurar que peor que eso es el hecho de que algunos "tienen problemas neurológicos porque no tienen una comida equilibrada. Las neuronas no se desarrollan normalmente y sufren daños".

El salvavidas es la solidaridad familiar, la importancia de los abuelos. "Si no hubiera esta red, esta matriz, sería mucho más violento", dice Lerones.

También hay solidaridad entre vecinos, de manera que por la noche son los padres de Gabriela los que llevan a Sebastián a su casa en coche, porque sus padres no pueden pagar la gasolina.

De hecho, "el coche lo vamos a vender porque tenemos que pagar la luz, el agua, todo eso", dice el pequeño bajando los ojos.

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