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CIUDAD DE MÉXICO, México, mayo 8, 2011.- El arzobispo primado de México, Norberto Rivera, instó a la feligresía reunida en la Catedral Metropolitana a pedir la intercesión del Papa Juan Pablo II para que termine la violencia en el país y oró para que pronto sea declarado santo.
"En estos momentos en que parece que México no tiene futuro ni salida a la violencia que nos agobia, debemos invocar al beato Juan Pablo II que tanto amó a nuestro país y a los habitantes de estas tierras para que interceda por nuestra patria ante el Señor', expresó el cardenal desde el altar mayor.
La homilía fue una elegía a la vida y obra del papa polaco, quien es un ejemplo de vida, y ahora como beato un intercesor de las causas nobles, aseveró el máximo jerarca de la Iglesia Católica.
En las actuales circunstancias, en que México sufre una ola de violencia que moviliza a la sociedad, el cardenal Rivera Carrera señaló que los creyentes pueden pedirle para que intervenga a favor de este país que tanto amó.
Recordó que Juan Pablo II hizo un esfuerzo supremo para visitar México cuando ya estaba muy agotado por la vida, sólo para canonizar a Juan Diego, el primer santo indígena de América, como muestra del especial cariño que sentía hacia nuestra nación.
En su homilía, el prelado mexicano resaltó la trascendencia de la vida de Juan Pablo II en el ámbito internacional, a la que contribuyó para abrir sistemas políticos y económicos que parecían el destino inevitable de la humanidad.
A partir de su experiencia personal, en la que confluyeron el marxismo y el cristianismo, encontró la verdad en el camino de Cristo, y enseño a los cristianos a no tener miedo de su fe, subrayó. Durante el papado de Juan Pablo II, los representantes de la teología de la Liberación fueron reducidos al silencio.
Esa ideología, y más tarde la ideología del progreso fueron reconducidas por el cristianismo del papa beatificado y restituidas en la esperanza para bien de la humanidad, añadió.
La misa, en la que el cardenal estuvo acompañado por el Nuncio Apostólico, Christophe Pierre, y los sacerdotes de la arquidiócesis, concluyó con la bendición a la estatua del Papa Juan Pablo II, ubicada en el atrio de la Catedral.
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